Por Ignasi de Bofarull / Aleteia
Los juegos de esta serie son muy imitables, muy reproducibles, muy trasladables a un recreo… Pero ¿adónde conducen?
Los datos necesarios para situarnos. El juego del calamar es una serie de televisión surcoreana estrenada en Netflix el 17 de septiembre de 2021. Esta se ha convertido en la serie más vista de Netflix con más de 111 millones de espectadores. La historia gira en torno a un concurso en el que 456 jugadores participan en una sucesión de juegos infantiles nada inocentes cuyo objetivo final es un inmenso premio.
El grupo de adversarios y adversarias cuentan con un denominador común: o están muy endeudados o necesitan dinero de inmediato. En cualquier caso, todos, de una forma u otra, están desesperados.
La contienda no es tan sencilla: tras tomar parte en el primer juego los participantes descubren que para ganar el premio multimillonario han de aceptar la siguiente regla: o ganan o son eliminados en el sentido más crudo de la palabra: son asesinados in situ de forma muy violenta.
La ven niños, no sabemos si solos
Es una serie prevista para mayores de 16 años, pero la realidad es que la están viendo también niños de todo el mundo. Es una serie planetaria que se ha metido en muchos hogares y la han visionado, a menudo en atracones de 4 o 5 capítulos, mayores y pequeños. No sabemos si juntos o por separado, cada uno en su habitación. Si el dispositivo es un móvil ya podemos estar seguros de que no ha tenido lugar una mediación familia.
¿La violencia en la televisión es o no imitada por los niños?
Parece que se acabó la discusión pues los datos para responder a la pregunta proceden de parte del planeta, de los países desarrollados que son aquellos donde los hogares cuentan con acceso a Netflix entre otras posibles plataformas en streaming. Y la respuesta es que esta violencia concreta es imitada por los menores pues la han escenificado.
La razón estriba en que los juegos de esta serie son muy imitables, muy reproducibles, muy trasladables a un recreo pues estamos ante sencillos juegos universales que exigen pocos medios.
Los niños, a partir de los 8 años, han saltado al patio de la escuela, al recreo, al descanso con la obsesión de imitar a los mayores que es una dinámica conocida desde siempre. Y la violencia ha aparecido: en algunos casos simbólica, pues los niños disparaban a los perdedores metafóricamente. ¿Cómo?, pues apuntándoles con su dedo índice y apretando el gatillo con el dedo pulgar.
La agresividad ya asoma en los pequeños
Sin embargo, sabemos que en el caso de unos colegios de Bélgica los eliminados son golpeados. Estos colegios belgas se han puesto en contacto con los padres y les han señalado que ni mucho menos estos juegos están prohibidos, sin embargo, sí hay que evitar a toda costa la violencia.
¿Qué se debe hacer desde la escuela, qué desde casa? Es un asunto muy importante pues en los primeros años de vida es cuando hay que educar para tomar distancia moral frente a la violencia de ficción en los medios y en familia.
La mediación familiar es necesaria, la reflexión escolar es imprescindible
Existe una extensa literatura científica que reflexiona sobre el papel de la mediación familiar ante el consumo de las pantallas. En el mundo anglosajón se habla de digital parenting, en España, Portugal y Latinoamérica se habla, no de un modo tan técnico, del control y los límites que los padres deben ejercer en el consumo de las pantallas diario. Y la verdad es que no es fácil, no hay tiempo, y a veces algunos padres muy atareados no ven ni la necesidad.
Si hace unas décadas todos estaban ante la televisión y la medición ante las pantallas era más sencilla, ahora con los dispositivos portátiles el asunto es más exigente. Sin embargo, es urgente, más que nunca, tomar medidas ante el aluvión de contenidos que supone la digitalización.
Al final la pregunta es saber quién educa a los niños, a los menores, si las pantallas o los padres o las escuelas o los amigos.
Hora de ser padres y maestros proactivos
Hay que pasar a la acción. Y la escuela tiene una nueva tarea, educar a los niños y menores en el consumo de las pantallas quizá en actividades extraescolares o co-curriculares. Educar en el ocio desde el hogar, desde la escuela, hoy, en unos países ricos donde la atención está monetizada por el mundo de la industria digital y en la que no despegamos nuestros ojos de los móviles, ya es urgente.
Artículo extractado, lea el artículo completo en: https://es.aleteia.org/2021/10/27/maestros-y-padres-ante-la-serie-el-juego-del-calamar/