Por Tomás de Híjar Ornelas, Pbro.
“¿Qué haría el Senado de mí, de un legislador inexperto que carece de la facultad de engañarse a sí mismo, este requisito esencial en quien quiere guiar a los demás?” G. T. Lampedusa (El Gatopardo)
La marcha nacional ‘A favor de la mujer y de la vida humana’, convocada el pasado domingo 3 de octubre del 2021 por diversos organismos ciudadanos y con el respaldo absoluto de la Conferencia del Episcopado Mexicano, discurrió de forma ordenada, plausible e inédita en unas 70 ciudades del país y tomaron parte en ella cientos de miles de personas.
La antevíspera de ese día, el 1º de octubre, el Presidente de ese organismo, don Rogelio Cabrera López, Arzobispo de Monterrey, y don Jesús José Herrera Quiñonez, Obispo de Nuevo Casas Grandes y Responsable de la Dimensión Episcopal de Vida de la CEM, publicaron una “líneas de orientación” dirigidas “a todas las personas de buena voluntad” interesadas en sumarse a esta ‘marcha ciudadana’, abierta, especifican “a todas las expresiones religiosas, sin ningún tipo de relación o vinculación político-partidista, que se lleva a cabo en ejercicio de las libertades de expresión y manifestación respetuosa”.
De forma puntual la dirigencia de la CEM evade engancharse en las filias y en las fobias de los pescadores de un río revuelto a cambio de enfatizar la ‘cultura del encuentro’ “basada en el amor, en el diálogo”, la cual “exige un comportamiento intachable, pacífico, respetuoso y libre de cualquier forma de violencia (a personas, instituciones o patrimonio público)”, como el que están usando en todos lados quienes respaldan el aborto, en especial en contra de la Iglesia, como pasó en Santiago de Querétaro en los días previos.
Por otro lado, continúan, junto con la renovada denuncia al “falso dilema de descartar a la vida humana para proteger a la mujer”, el acento se puso en “la defensa a la dignidad de la mujer” sin posturas punitivas, sino desde el “compromiso común para buscar soluciones creativas a los diversos problemas que enfrenta en múltiples ámbitos, particularmente para aquellas víctimas de violencia, explotación, discriminación o mujeres embarazadas en situación vulnerable”.
A la par de lo anterior no soslayan “la defensa de la dignidad del ser humano concebido aun no nacido, y el deber del Estado de protegerlo y tutelarlo”.
No mucho antes, el mismo don Rogelio hizo pública la Carta que le remitió el Papa Francisco con motivo de la Consumación de la Independencia’, firmada donde tiene su cátedra el obispo de Roma, San Juan de Letrán, el 16 de septiembre del 2021, pero que se leyó el día del bicentenario de la consumación de la Independencia de México, el 27 siguiente y que Francisco dirige a todo el Pueblo de México, porque “celebrar la independencia es afirmar la libertad, y la libertad es un don y una conquista permanente” siempre y cuando, afirma, se fortalezcan las raíces haciendo “una relectura del pasado” que incluya “tanto las luces como las sombras que han forjado la historia del país”, lo cual incluye que las instituciones –como la Iglesia católica–, reconozcan “los errores cometidos en el pasado, que han sido muy dolorosos”, tal y como fueron “los pecados personales y sociales, por todas las acciones u omisiones que no contribuyeron a la evangelización” del Nuevo Mundo a partir de 1492; pero también las del Estado mexicano (al que alude sin mencionarlo), por su responsabilidad tan cercana a nosotros en la dolorosa y brutal persecución religiosa de 1914 – 1940, no para levantar ámpulas sino para aprender de los dolores del pasado y sanar las heridas del presente a través de un “diálogo abierto y respetuoso entre las diferencias” gracias al cual sea posible “construir la tan anhelada fraternidad, priorizando el bien común por encima de los intereses particulares, las tensiones y los conflictos”.
Desde esta trinchera tendrá que redactarse ya la participación democrática de los fieles laicos, con el respaldo de los pastores y no desde una tutela que por acá en Jalisco acaba de servir de excusa para revocar la validez de uno de los municipios más importantes de la entidad, San Pedro Tlaquepaque, con los argumentos más fútiles y deleznables.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 10 de octubre de 2021 No. 1370