Por P. Fernando Pascual
El negacionismo suele ser criticado con fuerza por un motivo sencillo: porque según muchos llevaría a “blanquear” o incluso a ocultar hechos del pasado o del presente que tienen una gran importancia y que merecen ser conocidos y, muchas veces, condenados.
Existe, sin embargo, un fenómeno que merece ser estudiado: la existencia de antinegacionismos selectivos.
¿Cuándo ocurre eso? Cuando se critica, incluso se persigue, a los negacionistas de ciertos hechos, mientras se deja un amplio espacio a la difusión de otros negacionismos que engañan a millones de personas.
Por ejemplo, es plenamente legítimo responder a negacionistas que afirmen que las cruzadas no mataron a inocentes, o que actuaban correctamente al eliminar a otros porque así se actuaba en su tiempo histórico.
Pero también hay que responder a tantos y tantos negacionistas, conscientes o inconscientes, que presentan la Revolución francesa como un acontecimiento positivo para la humanidad, sin decir una palabra sobre las miles y miles de ejecuciones injustas que se produjeron en ese periodo histórico.
Para superar los peligros del negacionismo, entonces, hace falta abrir los horizontes y observar un sinfín de periodos de la historia de modo completo y objetivo, para que la gente pueda conocer lo positivo y lo negativo de cada época y de cada personaje.
Al mismo tiempo, y respecto del presente, resulta urgente que quienes se autodeclaran verificadores de noticias o denunciadores de fake news, no se limiten a denunciar los errores de algunos negacionismos, sino que sepan fijar su atención sobre otros negacionismos sobre los que existe un silencio cómplice.
En un mundo con tantas noticias, informaciones, pseudoinformaciones, historias y manipulaciones de la historia, promover un antinegacionismo honesto será de gran ayuda para prestar atención a fenómenos importantes de la vida humana, y así promover juicios maduros basados en una auténtica amplitud de miras y en una objetividad que resulta hoy, como siempre, especialmente útil.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 21 de noviembre de 2021 No. 1376