Por Raúl Espinoza Aguilera
Stefan Zweig es uno de esos escritores asombrosos que nos envuelve con una prosa tan dinámica, que sus novelas y biografías “no se pueden dejar de leer”, o bien, es frecuente que los lectores comenten que las leen “de un tirón” por poseer una pluma tan ágil y escribir relatos tan apasionantes.
Recuerdo sus biografías “Fouché, el genio tenebroso” (1929); “Américo Vespucio. La historia de un error histórico”; “María Antonieta” (1932;, “María Estuardo” (1934); “Erasmo de Rotterdam” (1934), “El Conquistador de los mares: la historia de Magallanes” (1938); “Romain Rolland, el hombre y su obra” (1921); “Paul Verlaine”; “Tres Maestros: Dickens, Balzac, Dostoievski”; “Castellio contra Calvino, Conciencia contra Violencia”; “Momentos estelares de la humanidad” (1927); “La lucha contra el demonio: Holderling, Kleist, Nietzsche; “Monteigne”; “Tres poetas: Casanova, Stendhal, Tolstoi” y su “Autobiografía”.
¿Pero quién fue este autor que produjo un verdadero torbellino de obras a principios del siglo pasado? Stefan Zweig nació en Viena en 1881 en el seno de una familia judía y falleció en 1942 en Petrópolis, Brasil. Fue Doctor en Filosofía y estudió en la Universidad de Viena.
Había concluido la Primera Guerra Mundial. Existía gran efervescencia cultural en la Europa de entreguerras. Fue un despertar de movimientos vanguardistas en la Pintura, en la Literatura, en la Escultura, en la Danza, en la Ópera, en la Música y con el nacimiento de la Psiquiatría de la Escuela Vienesa con las aportaciones de Sigmund Freud y muchos otros especialistas. Los cafés de París y Viena lo frecuentaban numerosos intelectuales de renombre. Stefan Zweig quiso relatar, en una maravillosa radiografía, ese histórico momento pletórico de esperanza y optimismo en su obra “Europa”.
Sorprende su gran capacidad intelectual porque, aunque parezca increíble, fue escritor, traductor, periodista, dramaturgo, poeta, crítico literario, historiador, biógrafo, novelista, prosista y ensayista.
Dicho en otras palabras, nos encontramos ante un hombre de una extraordinaria cultura que podía sintetizar historia, sociología, literatura y conocimiento el profundo de sus personajes y de las épocas en que vivió. Sus obras más conocidas son “María Estuardo”, Reina de Escocia y “Fouché”, el influyente político francés de fines del siglo XVIII y principios del XIX, completamente amoral, en la que Zweig deseaba reflejar los gobiernos totalitarios del siglo XX. Su obra “María Antonieta” fue adaptada al cine en 1938 y protagonizada por Norma Shearer, actriz de la Metro Goldin Mayer. Otro de sus escritos inspiró “El Gran Hotel Budapest” fue estrenada en 2014.
En la Primera Guerra Mundial, Zweig, se convirtió en activista político. Era un pacifista convencido. En los años treinta sufrió persecución de los nazis debido a su origen judío. Fue entonces cuando se interesó por investigar a fondo al “Fascismo” que había hecho estragos en Italia y Alemania. Para escapar de los campos de concentración nazis, no le quedó más remedio que refugiarse en Brasil para continuar escribiendo.
A principios del siglo pasado hasta su muerte, en 1942, fue toda una celebridad y era muy comentado en el acontecer cultural de Europa.
En poco tiempo logró publicar una enorme cantidad de novelas, poemas, obras de teatro, ensayos y biografías. No me explico todavía cómo logró esta hazaña. Parecería que le movía un ansia de escribir, publicar sus escritos para difundir su producción literaria a manos llenas.
Son célebres sus frases: “Creo que es mejor finalizar en un buen momento y de pie una vida en la cual la labor intelectual significó el gozo más puro y la libertad personal, el bien más preciado sobre la Tierra”. Lamentablemente, Stefan Zweig y su esposa decidieron suicidarse debido a la visión materialista y existencialista que tenían de la vida. Además, consideraban que el nazismo acabaría triunfando a escala mundial.
Otra de sus frases célebres es: “El triunfo o el éxito, entendido como verdadero valor, exige sacrificio”. Algunos intelectuales consideran esta frase de Zweig resulta un pesimista. Pero en mi opinión, no existe ninguna meta que se quiera lograr sin sacrificio. El sufrimiento y el dolor son parte integrante de nuestro diario caminar.
En conclusión, Stefan Zweig es un autor que considero bastante interesante para leer y que ha dejado un interesante legado en la cultura del siglo XX. Sin perder de vista, su concepción nihilista, existencialista y hasta contradictoria de la existencia humana.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 21 de noviembre de 2021 No. 1376