Por Raúl Espinoza Aguilera
Netflix acaba de estrenar El Curandero una película basada en hechos reales que ha fascinado al público porque encierra una considerable historia dramática, basada en la novela El Curandero de Tadeusz Dolega-Mostowics. Este escritor polaco nace el 10 de agosto de 1898 en el pueblo de Okuniewo (antes Rusia y ahora Bielorrusia) y murió en combate en Kuty un 20 de septiembre de 1939. Se le considera el autor más importante de Polonia en el período llamado de entreguerras (de 1918 a 1939).
Estudió Derecho en la Universidad de Kiev. Al concluir su Carrera se trasladó a Varsovia y se incorporó al ejército polaco. Luchó en la Guerra Polaco-Soviética de 1919-1921. Posteriormente se dedicó al periodismo y comenzó a escribir en el Diario La República. En forma paralela comenzó a publicar cuentos y novelas. En 1930 publicó su primera novela La Última Brigada.
Dos años después, alcanzó notoriedad con La Carrera de Nicodemus Dyzmy. Al observar que sus novelas tenían bastante éxito editorial, decidió escribir dos novelas por año. El Curandero nos relata la historia de un destacado cirujano, el profesor Wilczur, de renombre internacional que lo tiene todo: fama, familia, dinero y un gran futuro. Sin embargo, este profesor ama apasionadamente su vocación de médico, está de ordinario ausente en su casa y prefiere estar en el hospital con sus pacientes.
Esta situación no la soporta su esposa y prefiere serle infiel. Ella decide fugarse con la hija de ambos. Lo cual supone un duro golpe para el Doctor. Este doloroso hecho desencadena que el profesor Wilczur inicie la búsqueda de su mujer y su querida niña. Comete una grave imprudencia porque, en su afán desesperado, por recuperar a sus seres queridos acude a un perfecto desconocido, le pide ayuda y le ofrece dinero. Pero el profesor no sabía que este joven pertenecía a una peligrosa banda de asaltantes. Le lleva por un abandonado callejón y, a continuación, aparece la banda quienes sin más diálogo le proporcionan una severa golpiza.
Entre esos golpes, con un tubo le dieron uno muy fuerte en la nuca y de inmediato perdió el conocimiento y, lo más grave, es que cayó en un estado de amnesia total.
Pasaron 18 largos años y, debido a su ausencia, en su comunidad lo dieron por muerto, aunque nunca encontraron su cuerpo. Mientras tanto, su hija –ya mayor– pasaba por carencias de todo tipo. Y ante la apremiante necesidad decide vender el piano familiar y trabajar como mesera en una taberna, a la vez que ameniza a los clientes tocando el mismo piano. Mientras tanto el profesor Wilczur vagaba sin destino por poblados, buscando algo que en realidad no recordaba con claridad.
A partir de que conoce a una molinera, acepta vivir con ella y en el molino le da cabida para que pusiera un improvisado consultorio cobrando cantidades simbólicas. Comienza a operar y a desplegar toda su sabiduría como cirujano. La gente de escasos recursos que lo rodeaba estaba muy agradecida por su labor filantrópica. En un gravísimo accidente en que su hija quedó con el cráneo muy averiado y los otros colegas dictaminaron que esta joven moriría sin remedio. Este ilustre doctor se atrevió a realizar dicha cirugía con éxito, sin saber que se trataba de su propia hija.
Pero, fue demandado por ejercer este trabajo supuestamente sin título médico. En el juicio desfilaron muchas de las personas que fueron beneficiadas por el profesor Wilczur, incluyendo su propia hija. Una persona interesante resultó ser un viejo amigo médico que aún laboraba en el hospital. Pero el testimonio de su propia hija fue clave y contundente. Al final de la trama se eliminaron todos los cargos y quedó absuelto de toda culpa.
Esta novela nos muestra muchos valores que posee el Profesor Wilczur, como: magnanimidad, generosidad, deseos de servir sin recibir nada a cambio, nobleza, bondad, honestidad, etc. Nos hace reflexionar que –si se quiere– se pueden escribir novelas y filmar películas con valores formativos y trascendentes.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 28 de enero de 2024 No. 1490