Por P. Fernando Pascual
Quien admite que solo existiría la materia rechaza la idea de que existan seres espirituales, porque solo tendrían auténtico ser aquellas realidades que estén constituidas por elementos materiales.
En cierto sentido, el materialismo hace propia esta idea. Al considerar que elementos materiales (átomos y sus elementos constitutivos) serían suficientes para explicarlo todo, no deja ningún espacio a admitir que haya actividades que superen lo que la materia pueda realizar.
Sin embargo, la misma afirmación del materialismo supone algo que la materia, por sí sola, no puede producir: la posibilidad de distanciarse de uno mismo para afirmar que lo contrario no puede existir.
En efecto, tener la idea de que solo existe la materia resulta pensable gracias a que el ser humano tiene algo diferente de la materia, lo cual permite pensar en lo no material y negar su existencia.
En otras palabras, solo desde una inteligencia que va más allá de lo sensible, de lo cuantificable, de lo descrito a través de las leyes de la física y de la química, una persona puede afirmar que no existe nada fuera de la materia, cuando su misma afirmación surge desde una condición que supera lo meramente material.
Alguno podría pensar que también quien admite que existe en el ser humano algo diferente, incluso superior, a la materia, lo puede hacer solo porque tiene materia. En realidad, quienes afirman la espiritualidad humana pueden perfectamente ser al mismo tiempo materiales y espirituales, y solo en cuanto espirituales pueden autoconocerse como espirituales y no simplemente materiales.
Un ser puramente material, en cambio, no puede identificarse con la pura materia, porque no sería capaz de pensar sobre sí mismo al mismo tiempo que piensa en lo contrario de sí mismo. Es decir, uno no puede excluir la espiritualidad como parte de sí mismo si no está dotado de algo que supere lo meramente material.
Entonces, porque somos espirituales, podemos negar que lo somos… Parece una paradoja, pero en realidad la condición espiritual de nuestra inteligencia es la que permite entendernos a nosotros mismos, afirmar una realidad o negarla, defender la tesis materialista o, con una mayor atención en este tema, concluir que sin espíritu nadie podría ser materialista…