Por Arturo Zárate Ruiz
Ya empezó la temporada de Adviento. El 8 de diciembre concluirá el Año de San José. Quedan pocas oportunidades para aprovechar la concesión especial de indulgencias plenarias que podríamos aplicar en beneficio de las almas del Purgatorio.
Por decreto de la Penitenciaría Apostólica ha sido posible ganar indulgencias plenarias con ocasión de la conmemoración de todos los fieles difuntos durante todo el mes de noviembre de 2021, de manera similar a como ocurrió en 2020 en el contexto de la pandemia de Covid. Y ha sido posible ganar estas indulgencias también en el Año de San José que decretó el papa Francisco, del 8 de diciembre de 2020 al 8 de diciembre de 2021. Esta oportunidad de indulgencias plenarias tal vez no se repita hasta el Jubileo de 2025. Aprovechémoslo.
Algunos pecados, dice la Escritura, no tienen perdón y merecen la pena eterna. Los cometen quienes aborrecen de lleno a Dios y a sus hermanos. Es entonces que los cristianos hablamos del Infierno. Otros pecados, también dice la Escritura, habrán de castigarse hasta que paguemos el último centavo, es decir, se nos castigará, o más bien purificará, pero se nos admitirá finalmente en el Cielo. Por eso los católicos hablamos también del Purgatorio.
Si bien el perdón y la salvación siempre vienen de Jesucristo, el Señor otorgó al sus apóstoles el poder de trasmitir este perdón. Y lo hace no sólo con el sacramento de la reconciliación, también con el sufragio por las almas. “Si los hijos de Job fueron purificados por el sacrificio de su padre, ¿por qué habríamos de dudar de que nuestras ofrendas por los muertos les lleven un cierto consuelo?… No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos”, nos exhorta san Juan Crisóstomo.
Durante el Adviento, que ahora se inicia, nos pide la Iglesia que practiquemos penitencias que nos preparen para la alegría de la Navidad, penitencias que en especial sean obras de misericordia. ¡Qué mejores obras de misericordia que liberar algunas almas del fuego del Purgatorio!
Algunos santos han tenido visiones del Purgatorio. Santa Teresa de Jesús dice que allí “el alma se consume por una sed ardiente de la posesión de Dios, pero no puede alcanzar esta ‘agua’” todavía. Santa Perpetua afirma, sobre un hermano suyo, que lo veía “salir de un lugar oscuro… donde había muchas personas áridas y sedientas, con los vestidos sucios y palidísimos… Lejos del sitio donde se encontraba, había un cubo lleno de agua, pero cuyo borde estaba mucho más alto de donde él podía llegar, y él intentaba alargarse como si intentara beber”, pero no podía lograrlo aún.
Santa Faustina nos habla de “un lugar nublado, lleno de fuego, y en él una muchedumbre enorme de almas sufrientes… Estas almas rezan con gran fervor, pero sin eficacia para sí mismas: sólo nosotros podemos ayudarlas…. Pregunté a esas almas cuál era su mayor tormento, y unánimemente me respondieron que su mayor tormento es el ardiente deseo de Dios… Vi a la Virgen que visitaba a las almas del purgatorio. Las almas llaman a María ‘Estrella del Mar’. Ella les da alivio… Oí dentro de mí una voz que decía: ‘Mi Misericordia no quiere esto, pero lo exige la justicia’… Desde entonces estoy más cerca de las almas sufrientes del purgatorio”.
Es fácil conseguir estas indulgencias por las almas del Purgatorio. San Pablo VI estableció las siguientes condiciones: la confesión sacramental, la comunión eucarística y la oración por las intenciones del Romano Pontífice. Se requiere, además, que se excluya todo afecto al pecado, incluso venial, dijo. Y en cuanto a las condiciones actuales para conseguir indulgencia, se pide hacer una oración a san José, si uno se acoge a las concesiones del año santo suyo, o se hacen algunas obras de caridad, de acogerse también a estas concesiones o a las relacionadas a este mes de noviembre por el Covid.
Los católicos describimos muchas veces la Iglesia como una militante (quienes, aun no muertos, con fe y obras bregamos por nuestra salvación), otra purgante (quienes se purifican en el Purgatorio) y una más triunfante (quienes ya gozan de Dios en el Cielo). Seguimos siendo, sin embargo, una sola Iglesia. Lo decimos en el Credo. Y como una sola que somos debemos unirnos con nuestras oraciones a nuestros hermanos que se purifican en el Purgatorio. Procuremos pues, por ellos, las indulgencias.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 28 de noviembre de 2021 No. 1377