Por José Ignacio Alemany Grau, obispo

Reflexión homilética del 20 de febrero de 2022

A todos nos gusta recibir una medida amplia y abundante.

Jesús nos dice que la medida con la que nos regalarán al fin de la vida la ponemos cada uno de nosotros.

Hoy veremos qué amplia y generosa fue la que se preparó el rey David, según el libro de Samuel.

Hagamos nosotros lo mismo y el gozo será muy grande cuando lleguemos al Reino de los cielos.

Para ello el «segundo Adán, Jesucristo» nos ha dejado grandes posibilidades a todos.

2a Samuel

Nos relata la honradez de David, perseguido por Saúl, que pretendía matarlo: Saúl y los suyos duermen y el rey tiene la lanza clavada en el suelo, cerca de su cabecera.

El fiel Abisay quiere matarlo, pero David le dice:

«¡No lo mates!, que no se puede atentar impunemente contra el ungido del Señor».

Se fueron sigilosamente, llevando David la lanza y el jarro de agua de la cabecera de Saúl.

Cuando estuvieron suficientemente lejos, David gritó a Saúl:

«¡Aquí está la lanza del rey. Que venga uno de los mozos a recogerla. El Señor pagará a cada uno su justicia y lealtad!».

Salmo 102

El salmo bendice al Señor y canta su compasión y misericordia:

«Bendice, alma mía al Señor, y todo mi ser a su santo nombre… Él perdona todas tus culpas y te colma de gracia y de ternura… Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles».

Al momento de meditar tengamos en cuenta tanta misericordia, más aún ternura, que encierra el corazón de nuestro Padre Dios.

San Pablo

Después de hablarles a los corintios de la resurrección, afirmando «que se siembra un cuerpo corruptible y resucita incorruptible; se siembra un cuerpo sin gloria, resucita glorioso… se siembra un cuerpo animal, resucita espiritual», el párrafo de hoy nos explica que cada uno de nosotros hemos heredado, del primer hombre Adán, un cuerpo terreno y cómo, el segundo Adán,  Jesucristo, nos ha dejado como herencia un cuerpo celestial.

Este regalo del amor de Dios, por medio de Jesucristo, nos invita a confiar en una eternidad gloriosa.

Verso aleluyático

Nos enseña, con San Juan apóstol, que el amor de Dios llegará en nosotros a su plenitud si guardamos la palabra de Jesucristo, el enviado del Padre:

«Quien guarda la palabra de Cristo, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud».

Evangelio

Tiene distintas enseñanzas que nos conviene meditar.

+ «Haced el bien a quienes os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por quienes os injurian… Sed compasivo como vuestro Padre es compasivo… Dad y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante».

Esto supone que la vida de cada uno de nosotros, si somos discípulos de Jesús, tiene que distinguirse de la forma como actúan espontáneamente los que no son sus discípulos.

Después de otras enseñanzas, nos dice Jesús:

«Amad a vuestros enemigos»; para terminar con estas palabras que tanto nos ha recomendado el Papa Francisco en sus diversas enseñanzas:

«Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso».

Que resuene durante toda esta semana la conclusión del Evangelio de hoy que termina advirtiéndonos: «La medida que uséis la usarán con vosotros».

Aprovechemos nuestra vida para ampliar continuamente la caridad con nuestro prójimo.

 

Imagen de Kimthecoach en Pixabay

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