Por Ana Paula Morales
En una entrevista con el P. Antonio Vatseba, Provincial del Instituto del Verbo Encarnado en Ucrania, se le hicieron preguntas acerca de la situación que se está viviendo de guerra entre Rusia y Ucrania, y cómo la Iglesia está apoyando en esta crisis bélica, debido a que muchas familias han perdido a sus familiares, amigos, vivienda, trabajo, e incluso han perdido la vida.
¿Cómo se fue agravando la situación en Ucrania tras la toma de Crimea por parte de Rusia en el año 2014? ¿Y cómo esto repercutió en la fe de los creyentes?
Después de la anexión de Crimea por Rusia, los que más sufrieron fueron los habitantes de Crimea, que se vieron obligados a abandonar la península debido a la persecución política, religiosa o étnica. Pero incluso ahora, siguen en peligro de persecución, los que se quedaron en la península. Creo que Ud. habrá escuchado o leído repetidamente en los medios de comunicación que el pueblo tártaro en Crimea, que es el pueblo originario de la península, está siendo oprimido en sus derechos… Una opresión similar sufrió la Iglesia Greco-católica Ucraniana, que junto con la Iglesia Ortodoxa Ucraniana (y la autocéfala) durante mucho tiempo no tuvo la posibilidad de trabajar libremente en el territorio de la península, y estuvo a punto de suspender allí sus actividades religiosas.
Esta situación desfavorable afectó negativamente el desarrollo de la Iglesia Greco-católica Ucraniana (UGCU) en la península, sin embargo, como sabemos, la persecución vuelve fuerte a los cristianos. Nuestros fieles y nuestros sacerdotes son un buen ejemplo, para todos los ucranianos, de la fidelidad a Cristo, sobre todo en estas circunstancias tan difíciles. Este ejemplo de fidelidad nos inspira a todos. Seguimos rezando por todos los tártaros y ucranianos perseguidos en Crimea y creemos que tarde o temprano Crimea volverá a casa, ya que Crimea es Ucrania.
¿Cómo se han expresado las tensiones internas en Ucrania con Donetsk y Luhansk (lo que se considera “Donbas”), que parecen apoyar a Rusia?
En primer lugar, cabe señalar que no todo el territorio geográfico de las provincias de Donetsk y Luhansk se ha separado de Ucrania. Los territorios que Rusia controla, a causa de la guerra en Donbas, representan sólo la mitad del territorio administrativo de las oblasts de Donetsk y Luhansk. Por lo tanto, sería un error afirmar que existen incomprensiones entre el pueblo de Ucrania y todo la gente de Donbas. Nuestro Instituto del Verbo Encarnado está en misión en la región de Donetsk (en territorio controlado por Ucrania) y somos testigos de cómo vive la gente allí, de cómo respetan y aman a Ucrania y a la Iglesia Católica, vemos, por ejemplo, cómo los católicos de ese lugar que trabajan para Caritas ayudan a los lugareños durante este difícil tiempo de guerra que ya dura 8 años.
La guerra en Donbas no es un conflicto interno o una guerra civil, como los medios rusos a menudo dicen, sino que es guerra de Rusia contra Ucrania. Ahora todo el mundo puede verlo, después de este ataque a gran escala de Rusia contra Ucrania. Por tanto, incluso si hay algunos malentendidos entre la gente de Donbas y otras de otros lugares de Ucrania, no es por algún tipo de rechazo o por falta de tolerancia a causa del idioma o proveniencia étnica, sino por las acciones separatistas subversivas de algunos rebeldes rusos (nosotros los llamamos terroristas y separatistas), que quieren separarse de Ucrania, no de forma democrática, y, lamentablemente, Rusia los ayuda proporcionándoles armas.
Durante el crecimiento del conflicto, ¿cómo se ha manifestado la fe y la conversión de los creyentes en Ucrania?
Respondiendo a la pregunta anterior, ya he dicho que los residentes de Donbas, del territorio controlado por Ucrania, son muy favorables y agradecidos con la Iglesia Católica. Por el trabajo de Caritas muchos residentes de Donetsk y Luhansk conocieron a la IGCU. Esto no quiere decir que la Iglesia Católica, por la difícil situación de la gente, utilice esto como método de proselitismo.
Las palabras de Cristo, «brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mt 5,16), son muy adecuadas en este contexto. La labor de Su Santidad el Papa Francisco, «Papa para Ucrania», es un claro ejemplo de esto. De hecho, debido a los actos de caridad, muchas personas en Ucrania ha comenzado a ver con buenos ojos a la Iglesia Católica.
¿Han habido signos de unión ecuménica por causa de la oraciones por la paz entre la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa en Ucrania conforme avanzaba la inminente guerra?
Sí, por supuesto. El verdadero rostro del terror ruso en Ucrania en estos últimos 8 años, por extraño que parezca, ha contribuido a eso.
El mayor cambio en este período de guerra fue la formación de la Iglesia Ortodoxa Autocéfala de Ucrania (IOU), independiente del Patriarcado de Moscú. Es entre la IOU y la IGCU que, gracias a Dios, se están desarrollando buenas relaciones ecuménicas. Nos unen el amor a Dios y a la Patria en este tiempo difícil de guerra, lo que lamentablemente no sucede con la Iglesia Ortodoxa perteneciente al Patriarcado de Moscú (IOPM), aunque ahora, después del ataque de Rusia a Ucrania, en la IOPM la situación ha cambiado un poco.
¿Qué palabras puede decir a los católicos ucranianos para que se mantengan fuertes en la fe y darles esperanza en estos momentos tan difíciles?
Quiero dirigirme a los fieles con las palabras de Cristo: «cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis…» (Lc 21,9). Ahora en Ucrania, no sólo escuchamos sobre la guerra, sino que la vemos y la experimentamos en las calles de nuestros propios pueblos, pero debemos apartar de nosotros el miedo con la oración y con el amor a nuestra Patria.
La guerra es una manifestación del mal, y el mal es la ausencia del bien. Los cristianos debemos luchar primero, buscando el bien incluso el de nuestros propios enemigos, rezando por la conversión de ellos.
Les pido que recen por el rápido fin de la guerra de Rusia contra Ucrania y por la conversión de los dirigentes políticos rusos. El momento histórico que vivimos hoy nos recuerda el llamamiento de la Virgen, que tal como se ve sigue siendo actual. Ella, en Fátima, se dirigió a toda la humanidad para que rezara por la conversión de Rusia, así que recemos ahora para que se cumpla su pedido. Recemos juntos y estemos seguros de que este pedido de María Santísima finalmente se cumplirá.