El abandono que puedan sentir puede traer graves consecuencias a sus vidas
Por Mónica Muñoz
Es inevitable hablar sobre los hechos de violencia acaecidos hace dos semanas en el estadio La Corregidora de Querétaro. Es verdad que nuestro país sufre una ola de violencia desde hace varios años, sin embargo los ciudadanos han tenido que hacer frente al miedo y salir para intentar hacer sus vidas de la manera más normal, dentro de lo posible, incluyendo pasar ratos de esparcimiento con sus hijos.
Sólo un ejemplo
Eso es lo que pretendía la gente que acudió al partido de fútbol entre los Gallos Blancos del Querétaro y el Atlas de Guadalajara. Hay que recordar que al fútbol mexicano era uno de los pocos en los que todavía podían acudir las familias. Sin embargo, a partir de ahora lo pensarán antes de decidirse a ir a este tipo de espectáculos.
El sábado 5 de marzo, las noticias que nos llegaron de forma inmediata, informaban sobre un grupo de vándalos que comenzó a agredir a la gente simpatizante del equipo de Jalisco. Mujeres y niños tuvieron que esconderse en los túneles del estadio para esquivar los golpes.
Se reportaron 26 heridos, la gran mayoría de ellos hombres jóvenes. Y aún queda la pregunta en el aire, ¿cuál fue el motivo de la agresión?, ¿de verdad es tan grande el cariño que se le puede tener a un equipo como para actuar de manera tan salvaje en contra de los simpatizantes del equipo rival?
No lo creo, sinceramente. Sin embargo, no pretendo entrar en hipótesis que no podré argumentar, únicamente puedo expresar mi molestia ante la falta de respeto hacia las familias que esperaban pasar un rato agradable y tuvieron que salir huyendo ante el salvaje embate de una horda de fanáticos envalentonados, quizá por el alcohol, quizá por la adrenalina que se desprende al cometer actos violentos.
No faltaron las voces prudentes que llamaron a la cordura, expresando que no son estos los valores del noble deporte. Pero me sigo preguntando, ¿hasta cuándo va a continuar la violencia en nuestro país?, ¿cuándo entenderemos que la mecha se prende fácilmente si encuentra combustible que la avive?
La familia y el diálogo
Porque no solamente son las autoridades quienes tienen que pacificar los ánimos, son las familias enteras que tienen hijos a quienes educar y darles buen ejemplo, y, supuesto, llamar la atención y corregir en su momento, no cuando ya crecieron y no hacen caso.
Es importante que los padres de familia comprendan que su papel es vigilar el comportamiento de sus hijos en todo momento y no hasta que llegan a la mayoría de edad, pues todavía no son capaces de entender muchas circunstancias de la vida.
Desafortunadamente, a esos jóvenes les falta la orientación adecuada para encaminar su comportamiento hacia objetivos provechosos, y si a eso agregamos las dañinas ideologías que han hecho mella en ellos, encontraremos el motivo por el cual esta generación está tan convencida de que lo que importa es vivir el momento y nada más.
Es necesario que atendamos los asuntos urgentes, y entre ellos está dialogar con los muchachos, muchos tienen problemas y los padres ni se enteran, sobre todo si cada quien está ocupado en sus cosas. Por eso, hasta que la situación se vuelve irremediable es cuando se percatan de que algo iba mal con sus hijos. No dejemos que el cansancio o peor aún, la indiferencia, terminen con los sueños de los chicos.
Me doy cuenta de que lo que a los adolescentes y jóvenes de este tiempo lo que más les preocupa es tener bienes materiales, las carencias que han pasado en sus casas les hace desear tener lo que se les ha negado, pero ese deseo no es más que el reflejo de las carencias emocionales por las que atraviesan en sus hogares, porque si sintieran más apoyo, interés y amor de parte de sus papás, seguramente los objetos materiales no ocuparían un lugar tan importante en sus corazones.
Demos amor a nuestros hijos, el abandono que puedan sentir traerán graves consecuencias a sus vidas, no permitamos que se pierdan vidas valiosas por nuestro egoísmo, porque estos signos que estamos presenciando se agravarán si no los remediamos. Espero que este pensamiento no nos deje dormir, porque de esta manera, pronto nos ocuparemos en arreglarlo.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 20 de marzo de 2022 No. 1393