San Agustín de Hipona señala en su libro De Consensu Evangelistarum (“Armonía de los Evangelios”) que, siguiendo los cuatro textos evangelísticos, Cristo se habría aparecido diez veces entre el domingo de Resurrección y el jueves de la Ascensión, cinco de ellas en el primer domingo de Pascua:

  • 1a A María Magdalena junto al sepulcro, el domingo de Resurrección
  • 2a En el camino del sepulcro a las Santas Mujeres, el domingo de Resurrección.
  • 3a A Simón Pedro, el domingo de Resurrección (Lc 24, 34).
  • 4a A los dos discípulos camino de Emaús, el domingo de Resurrección.
  • 5a La noche del domingo de Resurrección a varios de los discípulos en Jerusalén, cuando Tomás no estaba presente.
  • 6a A los discípulos, estando ya Tomás junto con ellos, el domingo siguiente al de la Resurrección.
  • 7a En el mar de Tiberíades, cuando ocurre la captura milagrosa de los peces.
  • 8a En la montaña de Galilea (Mt 28, 16-20)
  • 9a En una ocasión expresada por Marcos, “cuando estaban a la mesa” (Mc 1, 14).
  • 10a El día de la Ascensión del Señor a los Cielos.

Esto no significa que fueran las únicas apariciones, sino que son sólo las que se mencionan en los Evangelios.

Pero mirando en otras partes del Nuevo Testamento el asunto se amplía. San Pablo dice en I Corintios 15, 6-7:

“Se apareció a Cefas [Pedro] y luego a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales todavía la mayor parte viven y otros murieron. Luego se apareció a Santiago; más tarde, a todos los Apóstoles. Y en último término se me apareció también a mí”.

Con la que se le concedió a Santiago (el hijo de “la otra María”, pariente de la Virgen y de Jesucristo) y la de Saulo de Tarso (san Pablo) de camino a Damasco sumarían al menos doce apariciones recogidas por la Biblia; las otras mencionadas podrían ser las mismas que ya se habían dicho en los evangelios.

Un hecho real

A lo largo de los siglos se han presentado diferentes razones para negar la realidad de la Resurrección de Jesús y sus apariciones. Primero que nada, se ha argumentado que se trataba de visiones subjetivas, de alucinaciones, de histeria, de un fantasma, de una tumba equivocada o de la extracción del cuerpo del Señor. Tales argumentos comenzaron en el primer siglo cuando los mismos judíos y los soldados sobornados acusaron a los discípulos del robo del cadáver de Jesús.

Y actualmente, contradiciendo la verdadera fe católica, hay teólogos que enseñan que las apariciones de Jesús resucitado sólo son leyendas o mitos, pero no un hecho histórico porque Jesús no resucitó con su cuerpo, sino que resucitó la fe de los discípulos y, con ello, las enseñanzas de Cristo.

Benedicto XVI respondió a todas estas confusiones con las siguientes palabras: “La fe de los Apóstoles en Jesús, el Mesías esperado, había sufrido una dura prueba por el escándalo de la cruz. Durante su detención, condena y muerte se habían dispersado, y ahora se encontraban juntos, perplejos y desorientados. Pero el mismo Resucitado se hizo presente ante su sed incrédula de certezas. No fue un sueño, ni ilusión o imaginación subjetiva aquel encuentro; fue una experiencia verdadera, aunque inesperada y justo por esto particularmente conmovedora. ‘Entró Jesús, se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros’ (Jn 20,19)”.

Queda claro, pues, que no fue la fe de los discípulos lo que “resucitó” la obra y la memoria de Jesucristo, sino que fue el propio Jesucristo resucitado —o sea levantado literalmente de la muerte a la vida— y aparecido a los discípulos lo que los llevó a la fe.

TEMA DE LA SEMANA: «PEQUEÑA CRÓNICA DE LAS APARICIONES»

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 17 de abril de 2022 No. 1397

Por favor, síguenos y comparte: