Es necesario tomar la decisión de ya no vivir más en la desilusión y la desesperanza
Por Angelo De Simone R.
Estamos en un tiempo donde pareciera que nos roban la alegría a cada instante: guerras, crisis económicas, explotación laboral, intereses políticos; acciones que en gran medida afectan nuestra esperanza y nos impide vivir desde la gratitud y el gozo del futuro prometedor que tenemos por el gran potencial que descansa en nuestro corazón.
Muchas veces el egoísmo de algunos, el no valorar el trabajo de otros, la falta de estímulo en medio de la cotidianidad hace que poco a poco muchos rostros se muevan a la sombra de la exclusión y no vivan la plenitud de la alegría de Cristo. Son como murciélagos espirituales que van por el mundo escapando de la esperanza porque tienen miedo a confiar nuevamente en la luz que, en su momento, les dio tanto calor.
En medio de la desigualdad y la discriminación, la fe nos invita a ir más allá. A confiar en la luz que disipa toda tiniebla y tristeza que se pueda alojar en nuestro corazón, una fe que mueve montañas, que transforma vidas, que nos invita a confiar en nuestras potencialidades y a ser mejores. En definitiva, una fe que se traduce en el misterio más grande de amor que ha podido conocer el mundo: la pasión y muerte de Cristo con su gloriosa Resurrección.
Jesús resucitado transforma
La presencia de Jesús resucitado transforma cada cosa y le da brillo y color a tantos rostros grises que vagan por el mundo: la oscuridad es vencida por la luz, el trabajo inútil se convierte nuevamente en fructuoso y prometedor, el sentido de cansancio y de abandono deja lugar a un nuevo impulso y a la certeza de que Él está con nosotros.
Hoy en medio de todas las heridas que escondamos bajo la esquina mas solitaria de nuestro corazón, aquella que lleva años llorando en silencio, se enciende una luz: la luz de Cristo que nos ama y nos mira con ternura en medio de nuestra fragilidad. Iluminemos ese espacio desde la Resurrección de Cristo, que sea sanado por su fuerza, para que, también a través de nosotros, en el mundo, los signos de muerte dejen lugar a los signos de la vida.
No debemos esperar que pase el sufrimiento para ser felices, es necesario tomar la decisión de ya no vivir más en la desilución y la desesperanza, en aquello que nos resta y no nos permite seguir confiando en nosotros, porque en este momento, la alegría que nos revitalizará al ser tocados por la luz de Cristo, se convertirá en el tesoro más precioso que por su especial valor, querremos compartir con muchas personas para que experimenten la paz que nosotros hemos vivido.
No tengas miedo de llevar adelante y con valentía esta certeza, el Señor está vivo y camina a nuestro lado en la vida. Llevemos adelante la esperanza. Debemos sujetarnos fuertemente a esta convicción y transformar el mundo de muchos corazones que viven sin amor. Tengamos la valentía de romper las ataduras del miedo y tomar la decisión de ser felices, ¿Por qué? Porque somos sumamente valiosos ante Dios y lo que llevamos en el corazón, dará grandes frutos si creemos en nosotros y vivimos desde la alegría. ¿Te atreves a asumir el reto de empezar a ser feliz en Cristo?
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 17 de abril de 2022 No. 1397