4o Domingo del Pascua
Por P. Antonio Escobedo c.m.
Continúa la Pascua. Sigue el sirio encendido y las flores y los cantos y los aleluyas. El pueblo cristiano se siente renovado y rejuvenecido en el espíritu con la alegría de haber recobrado la adopción filial, plenificado con los sacramentos de vida eterna, exultante de gozo porque la resurrección del Hijo nos da motivo para tanta alegría. La celebración de la Pascua, para los cristianos, es vivir en la luz, en el amor, en la verdad, en confianza plena. Por ello, un creyente puede decir con el salmo: “en paz me acuesto y enseguida me duermo, porque tu solo, Señor, me haces vivir tranquilo”.
Después de la escena de la pesca milagrosa que leímos el domingo pasado, hoy escuchamos el pasaje donde se presenta al Señor Jesús como el Buen Pastor y nosotros como sus ovejas.
Para muchos de nosotros esta comparación es incómoda porque desagrada ser comparados con este tipo de animalito, sobre todo en la sociedad actual donde presumimos y hacemos alarde de ser libres. Pregonamos con orgullo ser autosuficientes y con derecho a hacer y decir lo que queramos apelando a nuestra libertad. Sin embargo, basta que alguien nos ilusione prometiendo el cielo y las estrellas para desdibujarnos. Una noticia aterradora o un futuro desesperanzado son suficientes para perder la cordura. Cuando esto sucede empezamos a actuar como borregos: nos adentramos en la manada, ciegamente, sin pensar ni cuestionar. Es sorprendente que protestemos enérgicamente al insinuar que somos ovejas cuando en realidad nos comportamos como borregos.
En este contexto, conviene señalar que el evangelio de este domingo pone énfasis en el Buen Pastor que es nuestro Señor Jesucristo. Se subraya su interés por protegernos, por atendernos y por estar al pendiente de lo que necesitamos. Tanto cuidado tiene de nosotros que incluso nos conoce por nuestro nombre. El evangelio también centra su interés en la confianza de la oveja. Recordemos que la oveja representa a la persona que se ha dejado acompañar por Jesús y ha experimentado su amor (así como Pedro en el evangelio del domingo pasado donde le confesó su amor a Jesús a pesar de haberlo negado). Por lo tanto, no se trata de un animalito que ha dejado de pensar; al contrario, gracias a sus capacidades y al trato que ha tenido con su Pastor, ha reconocido que puede fiarse de Él. Como ovejas podemos reconocer que la libertad es un regalo que no podemos desperdiciar ni abusar de él. Es una responsabilidad que hay que ejercer con la guía del Pastor. Eso nos libera de ser borregos.
Entonces, podemos preguntarnos, ¿somos ovejas o borregos?
Nota cultural: “Buen Pastor” en griego se dice “kalós poimén”. Lo interesante es que “kalós” también significa “hermoso”. Por lo tanto, podemos decir que el Señor no sólo es el “Buen Pastor”, sino también es el “Hermoso Pastor”. De hecho, muchas de las comunidades cristianas de los primeros siglos no identificaban a Jesús como el Crucificado, sino como el Hermoso.
¿Hay algo más hermoso o algo más bueno que fiarse del Pastor que vela por nosotros?
Imagen de Mehmet Turgut Kirkgoz en Pixabay