Si los animales tienen alma, y si las mascotas han sido leales amigas, cooperadoras y hasta defensoras de sus amos, ¿eso significa que al morir se van al Cielo?
Hay quienes sienten que el Cielo no es un lugar tan deseable si sus amados animales no van a acompañarlos.
Mas la enseñanza cristiana es que los animales no van al Cielo. Es que, si bien tienen alma, la suya no es un alma espiritual como la del hombre.
Funciones del alma
Santo Tomás de Aquino considera que hay tantos tipos de almas como tipos generales de actividades vitales: en las plantas el alma vegetativa, en los animales el alma sensitiva y en los hombres el alma intelectiva. Las funciones vitales del alma vegetativa son: nutrición, crecimiento y reproducción. Las funciones vitales correspondientes al alma sensitiva son: apetitos inferiores, sensación y locomoción. Los animales poseen las funciones vitales tanto del alma vegetativa como las del alma sensitiva, lo mismo que el hombre, si bien éste también cuenta con las del alma intelectiva, que lo capacitan para tener las formas de vida más elevadas, que son: intelecto y voluntad.
Unidad
Lo anterior, explica santo Tomás, no significa que los animales tengan dos almas y que el hombre tenga tres, ya que los seres poseen unidad, de manera que si en el animal hubiese dos almas habría dos seres en él; y si en el hombre hubiese tres almas habría tres seres en cada individuo, cosa que no ocurre.
En cada ser vivo hay una sola alma capaz de las funciones que le son propias. Y la del hombre es, pues, un alma espiritual, “que es inmortal: no perece cuando se separa del cuerpo en la muerte, y se unirá de nuevo al cuerpo en la resurrección final” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 366).
La de los animales, en cambio, no es un alma inmortal.
Cuerpo, alma y espíritu
Enseña el Catecismo que “a veces se acostumbra a distinguir entre alma y espíritu (…). La Iglesia enseña que esta distinción no introduce una dualidad en el alma. ‘Espíritu’ significa que el hombre está ordenado desde su creación a su fin sobrenatural, y que su alma es capaz de ser sobreelevada gratuitamente a la comunión con Dios” (n. 367).
La filósofa santa Edith Stein era partidaria de que se considerara la mencionada distinción, en cuanto que el hombre ha sido creado a imagen del Dios Trino, y posee una naturaleza tripartita de cuerpo, alma y espíritu.
Volviendo al asunto de los animales, si se hace esta separación, entonces habrá que señalar que poseen cuerpo y alma, pero no espíritu.
Destino final
El animal, al no tener espíritu, no va al “cielo de los animales” ya que eso no existe.
Los animales no fueron creados para un fin eterno sino temporal, aunque ciertamente glorifican a Dios con su sola existencia, pues así exaltan la magnificencia divina, lo mismo que los astros, las plantas, las montañas, la lluvia y las demás criaturas animadas o inanimadas (cfr. Daniel 3, 57-87).
Pero si bien los animales no van al Cielo, puesto que es un premio espiritual —ligado al cuerpo sólo tras el Juicio Final— y ellos carecen de espíritu, tampoco son condenados al Infierno porque carecen de pecado.
Es un error creer que si las mascotas no van al Cielo es porque Dios es injusto con ellas, como si les estuviera causando un daño.
El Señor no odia a los animales —al contrario, ama todo lo que creó— y por tanto no los condena a ninguna clase de infelicidad eterna. Cuando mueren simplemente dejan de existir.
Igualmente es un error suponer que sin la presencia de la mascota amada no se puede ser totalmente feliz en la Vida Eterna; eso sería tener un concepto muy pobre de Dios, quien “lo llena todo en todos” (Efesios 1, 23). Hay que recordar que el Cielo sobrepasa en belleza y en felicidad a todo lo que el ser humano es siquiera capaz de imaginar: “Nadie vio ni oyó y ni siquiera pudo pensar aquello que Dios preparó para los que lo aman” (I Corintios 2, 9).
Es en esta vida en que hay que disfrutar y cuidar a los animales. Santa Hildegarda, doctora de la Iglesia, aconseja: “Es bueno y definitivamente útil orar por los animales enfermos (…). Podemos rezar por su tranquilidad y por su salud; debemos también bendecirlos”.
TEMA DE LA SEMANA: «¿LOS ANIMALES VAN AL CIELO?»
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 22 de mayo de 2022 No. 1402