Siendo Jesús verdadero Dios pero también verdadero hombre, algún tipo de sangre debía tener, heredado, desde luego, de su santísima Madre.

A lo largo de la era cristiana ha habido un número significativo de milagros eucarísticos, y, gracias a la ciencia moderna, ha sido posible comprobar a qué tipo sanguíneo corresponde la Preciosa Sangre del Redentor.

La evidencia científica es contundente: la de Jesús es sangre AB con factor Rh positivo.

La Sábana Santa de Turín, el Sudario de Oviedo, el milagro eucarístico en Lanciano (siglo VIII), el corporal de la catedral italiana de Orvieto (siglo XIII), la Hostia del santuario venezolano de Finca Betania (1991), la Hostia profanada en Buenos Aires (1996), o el milagro eucarístico de la parroquia mexicana de San Martín de Tours en Tixtla (2006), por mencionar sólo algunos casos, en todos ellos el resultado de las pruebas del grupo sanguíneo es la misma.

Esto llama la atención porque el tipo de sangre AB con Rh positivo lo tiene si acaso el 4% de la población mundial; sólo entre pocos grupos judíos llega al 15%. Hacer un montaje para aparentar un milagro semejante no es entonces tan sencillo. Además, en los eventos sobrenaturales más antiguos ni siquiera se conocían todavía los grupos sanguíneos.

TEMA DE LA SEMANA: “CRISTO: LA PRECIOSA SANGRE DE UN CORAZÓN ENAMORADO»

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 3 de julio de 2022 No. 1408

Por favor, síguenos y comparte: