Por Sergio Ibarra
La respuesta del Papa Francisco en días recientes ante la pregunta de si tiene considerado renunciar por el padecimiento que tiene en la rodilla, como es bien sabido, y que de ninguna manera lo ha ocultado. Esta condición lo ha obligado, inclusive, a utilizar silla de ruedas para desplazarse.
Una respuesta que confirma su formación Jesuita de intentar e intentar teniendo como premisa la incondicionalidad a la voluntad del Señor y que, conforme se dan las cosas, el rumbo pueda cambiar. Independientemente de su condición física, mantiene su brillantez, esa que le llevó a ser el primer Papa latino.
Una respuesta que nos recuerda la relevancia de la palabra y la forma en que impacta a quien se decide a ser lo que es en primera instancia el Papa: un predicador. Los periodistas le cuestionaron y le cuestionaron, haciendo su chamba, de una y de otra forma, le insistieron y el líder de nuestra Iglesia les dio una cátedra. Las palabras que les dirigió: Si el Señor dice adelante, adelante, sintetizan la sabiduría de un hombre que, con simples palabras, respondió haciéndolo con persistencia y con tranquilidad.
Si prestamos atención, cuando estas palabras se reafirman y se reafirman, se va formando una especie de cerco alrededor de un jardín en donde se hace realidad la obra profunda de pastoreo de Dios, implícita en el salmo 22: El señor es mi Pastor. Ante una situación delicada de salud, como la que está viviendo, se presenta el dilema de retirarse o no.
La magia aparece cuando nuestro líder hace que el mensaje de Dios descienda de la mente al corazón. Deja de ser una metáfora cuando el Papa responde con el ejemplo de reconocer al Pastor, en un contexto de que a quien sucedió, renunció en un hecho inédito. De ahí la búsqueda de los periodistas de una noticia mundial.
Simples palabras capaces de provocar una transformación interior con las que el Señor trasciende a todas las palabras y conceptos humanos, y nos conducen a las silenciosas praderas que podemos habitar con la presencia de Dios, sabedores que nada nos faltará. Y ese es el ejemplo que una vez más nos regaló el Papa.
Los periodistas quizás pusieron atención, quizás no. ¿Se habrán llevado la lección? ¿Se habrán dado cuenta que no solo les contestó y que de paso les dio una evangelizada?
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 14 de agosto de 2022 No. 1414