Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana Clara, que joven, rica y noble se abrazó por tu amor a la obreza santa.

Loado seas, mi Señor, por su fuga amorosa en la noche estrellada, por el despojo alegre de su cabellera y por su virginal ofrenda enamorada.

Loado seas, mi Señor, porque te amó en tu cruz hasta las lágrimas, y orándote hasta el éxtasis y hasta el temblor de asombro si te comulga ba.

Loado seas, mi Señor, porque te complaciste tanto en su mirada que suscitaste por doquier miles y miles a su semejanza.

Loado seas, mi Señor, por su vida penitencial y liberada, y por su muerte alegre de verte Rey glorioso, cara a cara.

Imagen de María Paola Bertel en Cathopic

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