Por P. Fernando Pascual
Tenemos opiniones y formulamos juicios sobre una enorme cantidad de argumentos: el clima, la política, la historia, los deportes, la literatura, el cine, la música, la filosofía, la religión, el modo de ser de otras personas, la situación económica, los nuevos dispositivos electrónicos…
Esas opiniones y juicios se construyen desde coordenadas, presupuestos o prejuicios (en un sentido neutro de la palabra), que explican por qué damos una valoración positiva a esta decisión del gobierno y por qué condenamos aquella guerra del pasado.
Entre las muchas coordenadas desde las que pensamos, podemos señalar algunas, que pueden tener un peso más o menos importante cuando alcanzamos ciertas opiniones.
Una coordenada surge desde las muchas informaciones recibidas en la escuela y en la universidad. Afirmaciones leídas en los libros, comentarios de los profesores, discusiones en grupo en el aula, nos permiten alcanzar juicios concretos sobre cómo gobernó un rey francés del medioevo o un presidente de los Estados Unidos del siglo XX.
Otra coordenada viene del amplio mundo de los medios de comunicación, hoy enriquecido por el espacio casi infinito de lo que podemos encontrar a través de Internet. Esa opinión favorable a una vacuna surge desde lo que leímos en un periódico o escuchamos en la radio, mientras que otra opinión contraria a la nueva ley laboral se ha fraguado gracias a una página de Internet de temas sociales.
Novelas, películas, series televisivas, dejan también una huella a la hora de imaginarnos cómo funcionaba la Inquisición, de qué manera vivían en China antes de la revolución de Mao, y cómo se toman decisiones respecto de los temas familiares en algunos países africanos.
Aunque no siempre lo tenemos en cuenta, tienen un peso importante, en nuestras coordinadas, las propias experiencias personales en familia, entre amigos, en el trabajo. Quien ha tenido la dicha de una familia estable y afectuosa ve los temas sociales de modo diferente a quien ha sufrido ante los conflictos entre sus padres, las peleas con otros hermanos, o, tristemente, ante un trato dañino en la escuela.
La lista de coordenadas puede hacerse mucho más amplia. Lo importante es reconocer cuáles sean esas coordenadas, y en qué manera nos ayudan, o nos dificultan, a la hora de comprender la realidad.
Ciertas coordenadas, por desgracia, provocan distorsiones, fijan prejuicios (aquí en un sentido negativo), llevan a aceptar como verdades lo que son simplemente bulos, o malinterpretaciones, o engaños difundidos una y otra vez en libros, conversaciones y páginas de Internet.
Por eso, para evitar ese peligro, necesitamos una buena dosis de prudencia y un sano espíritu crítico, que sepa identificar opiniones adquiridas que puedan ser erróneas, y promover una mayor apertura mental que nos mantenga en un esfuerzo continuo por conocer mejor, en la medida de lo posible, este mundo complejo en el que nos ha tocado vivir.