Transmitir a otros la fe cristiana no es una simple invitación o una sugerencia, sino una explícita orden divina para todos los discípulos de Jesucristo:

“Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que Yo les he encomendado”

(Mateo 28, 19-20).

Aquí hay algunos puntos para tener en cuenta para transmitir la propia fe a los demás:

  • No hay que caer en la dependencia exclusiva de los planes de evangelización parroquiales. Si el párroco no organiza una semana misionera y envía a los seglares de casa en casa, los católicos suelen mantenerse pasivos, como si toda iniciativa o la tarea misma de evangelizar fuera cosa del clero, olvidando que Cristo ya los envió permanentemente como misioneros, y que su campo de acción está en la vida diaria, entre sus amigos, su familia, sus compañeros de trabajo o escuela, etc. San Pablo exhorta: “Predica la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo” (II Timoteo 4, 2).
  • La evangelización inicia con el Kerigma, que es el anuncio sencillo y alegre pero contundente de la Buena Noticia de Jesucristo, que se encarnó, padeció, murió en la cruz y resucitó por amor a cada persona en particular, para perdón de sus pecados. Cristo debe estar en el centro de la predicación. Ponerse a hablar de la Iglesia y de su sistema sacramental o meterse en explicaciones teológicas corresponde a un paso posterior, que es la catequesis. Con pura catequesis y sin Kerigma la transmisión de la fe tiene muchas probabilidades de fracasar a la larga, porque sin el encuentro personal con Cristo la adhesión a Él puede ser muy frágil.
  • Aunque Dios quiere que todos se conviertan en sus discípulos, les deja la libertad de aceptarlo o rechazarlo. Así debe ser en la evangelización: se debe insistir amorosamente, pero no se debe obligar a nadie a aceptar a Dios.
  • Los padres de familia católicos tienen la obligación de transmitir la fe cristiana a su prole, pues así lo juraron a Dios cuando recibieron el sacramento del Matrimonio y cuando llevaron a bautizar a sus hijos. Ya cuando éstos crezcan podrán elegir libremente si permanecen en la fe o rechazarla.
  • No hay que suavizar las palabras de Jesús ni omitir algunas de sus enseñanzas, tratando de ser “políticamente correctos”. A veces no se quiere enseñar nada del Infierno, sobre todo a los niños; pero la Virgen de Fátima no sólo les habló a los niños del Infierno, sino que se los mostró. Ningún cristiano está autorizado a silenciar algo de las enseñanzas de Dios (cfr. Apocalipsis 22, 19). Como dijo san Agustín:

“Si crees lo que te gusta del Evangelio, pero rechazas lo que no te gusta de él, no crees en el Evangelio sino en ti”.

  • En la transmisión de la fe no deben faltar dos cosas: la oración y la lectura de las Sagradas Escrituras.
  • El mandato de Cristo para hacer discípulos suyos no lleva excepciones, tales como: “No prediquen a judíos, musulmanes y ateos”, “Sólo a mayores de diez años edad” o “No es necesario para los que tienen Síndrome de Down”.

Voces sabias

  • “La Iglesia existe para evangelizar”.

Evangelii nuntiandi, de Pablo VI (1975)

  • “Es necesario evangelizar, no decorativamente, a manera de un barniz superficial, sino en modo vital, en profundidad y hasta las raíces”.

Christifideles laici, de Juan Pablo II (1988)

  • “Los hombres se olvidan de Dios porque con frecuencia se reduce la Persona de Jesús a un hombre sabio y se debilita o incluso se niega su divinidad. Esta manera de pensar impide comprender la novedad radical del cristianismo (…). En esta hora de la historia, ¿no es quizá ésta la misión que el Señor nos encomienda: anunciar la novedad del Evangelio?”.

Discurso de Benedicto XVI en San Juan de Letrán (13 de junio de 2011)

  • “No está bien convencer a alguien de la propia fe (…). El proselitismo es el veneno más fuerte contra el camino del ecumenismo”.

Francisco a un peregrino, en el Aula Pablo VI (14 de octubre de 2016).

TEMA DE LA SEMANA: “CÓMO TRANSMITIR LA FE (SIN SONROJARSE EN EL INTENTO)”

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 25 de septiembre de 2022 No. 1420

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