Por Raúl Espinoza Aguilera
El célebre poeta de Castilla, Antonio Machado, escribió un sabio aforismo: “Tu verdad no, la Verdad y ven conmigo a buscarla. La tuya guárdatela”. Con estas palabras el poeta español nos dice con claridad que no existe la verdad de cada uno o llamada subjetiva, sino que es todo un proceso de honestidad intelectual el esforzarse por encontrar la Verdad Objetiva, Única y Universal.
En los últimos tiempos, parecería que en los actos humanos se ha perdido el concepto de verdad. Según la definición clásica, la verdad lógica es “la adecuación de un juicio con la realidad”. Dicho en otras palabras, decimos que una afirmación o juicio es verdadera cuando se cumple con la realidad. La verdad supone la concordancia entre aquello que afirmamos con lo que se sabe o se piensa.
Es decir, la verdad es la coincidencia entre una afirmación y los hechos, o la realidad a la que dicha afirmación se refiere o la fidelidad a una idea. Este término se usa en un sentido técnico en diversas áreas del saber, como: la ciencia, la lógica, las matemáticas y la Filosofía.
El conocido poema de Antonio Machado, “Caminante no hay camino” trata de una reflexión sobre la vida, comparándola con un camino que no existe y que a golpe de nuestras pisadas se va haciendo en la medida que se avanza hacia lo que se quiere lograr.
Por ello, que aleccionador resulta un breve lema que escribió este poeta durante la Guerra Civil Española para motivar a los soldados antes del combate: “Cada caminante, siga su camino”. Porque toda persona tiene que plantearse ideales y metas en su vida y caminar hacia su búsqueda.
Es un método que en Psiquiatría se emplea con frecuencia a fin de que el paciente se conozca a sí mismo y acepte su propia realidad con sus defectos, limitaciones y virtudes. Se trata de un camino seguro para llegar a las profundas verdades sobre el conocimiento de sí mismo. Es la acción de “arrancar las propias máscaras”, como le gustaba decir a nuestro Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz, para erradicar ideas, prejuicios o conceptos equivocados que muchas veces generan en las personas tensiones o traumas.
La gran tragedia de nuestra sociedad es caer en el relativismo. Es decir, aquella postura de pensamiento que no acepta la verdad absoluta, única y universal. Lo que en definitiva sucede, con esta postura, es que la persona se enreda en excesivas disquisiciones y termina contradiciéndose.
¿A qué viene esta aclaración? Porque en nuestros días estamos viviendo “el eclipse de la razón”. Comenzando por la equivocada manera de abordar lo verdadero con la confusa expresión “yo siento”, “yo opino”, “tengo la impresión”, “me parece que”. La verdad no puede estar fincada en vagas impresiones o en meros sentimientos, que son siempre cambiantes y transitorios.
Por otra parte, también en nuestro tiempo es común escuchar la expresión “yo siempre me inclino por lo políticamente correcto”. Como si la política mostrara el concepto de verdad, cuando en realidad expone una postura acomodaticia y desligada de la realidad de los hechos.
Me parece que un ejemplo lo dice todo. El 7 de septiembre del 2021, cuando el Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Lic. Arturo Saldívar, despenalizó el aborto en México y explicó que: “Se trata de una nueva ruta de libertad, claridad, dignidad y respeto y un gran paso en la lucha histórica por la libertad y el ejercicio de los derechos (de la mujer)”.
Y la pregunta que inmediatamente nos hacemos a continuación es: ¿Y los bebés no tienen el derecho de vivir en el seno materno y ser respetados desde el momento de la concepción hasta su nacimiento? Y aún después, con el paso de los años o décadas, ¿hasta su muerte natural? Tradicionalmente “El Derecho a la Vida” ha sido siempre considerado en todas las culturas como el derecho prioritario del ser humano donde se sustentan todos los demás derechos.
Pero dentro de la opinión pública, en el medio de algunos profesionales, comunicadores y funcionarios públicos, hubo toda una “cargada” en favor de “lo políticamente correcto”. Este hecho no deja de ser una aberración porque la verdad nada tiene que ver con las decisiones políticas.
Se considera la “Verdad” como un valor ético, pues da sentido al respeto de los demás hombres, constituye uno de los pilares básicos sobre los que se asienta la conciencia moral de la comunidad y abarca todos los ámbitos de la vida humana.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 2 de octubre de 2022 No. 1421