Por P. Fernando Pascual
El ser humano puede abandonarse al reino de las apariencias y opiniones, hasta convertirse en esclavo de las mismas.
En unos ejercicios espirituales predicados en 1986, y luego recogidos en un libro titulado Mirar a Cristo, Joseph Ratzinger avisaba de este peligro.
Muchas veces las opiniones, explicaba el entonces cardenal Ratzinger, son vistas como caminos para conseguir poder sobre los demás, que también buscan imponerse con otras opiniones.
Quienes viven así, se alejan de la verdad y luchan por las apariencias, hasta convertirse en esclavos de las mismas.
Se llega, entonces, a una extraña paradoja, descrita así por Ratzinger: “El hombre tiene más miedo de la cercana apariencia del humano poder de la opinión, que de la lejana e inerme luz de la verdad. Y se doblega al poder de la opinión, convirtiéndose en su aliado, en uno de sus portadores. Se hace esclavo de la apariencia”.
El proceso que permite llegar a esta situación es sencillo: primero uno confía en la apariencia. Luego tiene que seguirla paso a paso.
Entonces, la persona “ya no puede romper la red de la deformación común. En sus acciones ya no se orienta según la realidad, sino según las presumibles reacciones de los otros. Se llega así a un dominio de la opinión, de lo falso”.
Esto llega a afectar, en casos extremos, a toda la vida social y a las decisiones de los gobernantes. Así lo explicaba Ratzinger: “De este modo toda la vida de una sociedad, las decisiones políticas y personales, puede basarse en una dictadura de lo falso: de la forma como las cosas se representan y se refieren, en lugar de la misma realidad”.
Así, la sociedad acepta el engaño como criterio guía, y sucumbe ante la “esclavitud de lo falso, del no ser”.
Esto se vive de modo particular en aquellas sociedades que se dejan plasmar por los medios de comunicación. “Hoy, en la sociedad determinada por los mass media, esta imagen del hombre y de su mundo ha asumido una nueva y opresora realidad. Lo que se nos muestra y aparece (por ejemplo en la televisión) es más fuerte aún que la misma realidad”.
El análisis que ofrecía el cardenal Ratzinger llega a denunciar una situación sumamente grave: “La apariencia del mundo, que nos ofrecen los media cada vez más, es el verdadero gobierno del mundo. El miedo por lo aparente se convierte en poder universal y paraliza la audacia de la verdad”.
¿Cómo superar este tipo de situaciones? A través de la redención ofrecida por el Logos; un Logos que es, en su esencia, “liberación de la esclavitud de la apariencia, retorno a la verdad. Pero el paso de lo aparente a la luz de la verdad pasa a través de la cruz”.
Parece una propuesta difícil porque muchos prefieren seguir viviendo como esclavos de las apariencias. Pero cuando un corazón se abre a la verdad y rompe las cadenas del miedo ante lo que digan los demás, descubre un horizonte de belleza y esperanza por el que vale la pena sacrificarlo todo…
(Los textos aquí recogidos se encuentran en el siguiente volumen: Joseph Ratzinger, Mirar a Cristo. Ejercicios de fe, esperanza y amor, Edicep, Valencia 1990).
Imagen de Olexy @Ohurtsov en Pixabay