En esta segunda entre sobre el discernimiento, el Papa Francisco pone como ejemplo la experiencia del discernimiento espiritual que vivió Ignacio de Loyola después de haber sido herido y quedar fascinado por las figuras de san Francisco y santo Domingo, al grado de sentir el deseo de imitarles.
Para dar vida a su segunda catequesis sobre el discernimiento, el Papa Francisco trae a colación el ejemplo de Ignacio de Loyola, quien después de quedar herido de una pierna en la batalla comienza a leer libros sobre la caballería y los santos.
Queda fascinado por ambos mundos y alterna sus pensamientos entre los caballerescos y los de los santos, que parecen ser equivalentes, pero una vez que los reflexiona se da cuenta cuáles son los que le dejan seco y descontento.
Los pensamientos que producen paz
El Papa Francisco destaca que en la experiencia de Ignacio podemos notar sobre todo dos aspectos. “El primero es el tiempo: es decir, los pensamientos del mundo al principio son atractivos, pero después pierden brillo y dejan vacíos, descontentos, te dejan así, una cosa vacía. Los pensamientos de Dios, al contrario, suscitan al principio una cierta resistencia —‘Esto aburrido de los santos no lo leeré’ —, pero cuando se les acoge traen una paz desconocida, que dura mucho tiempo”.
Después de acoger esto, dice Francisco, aparece entonces el otro aspecto: “el punto de llegada de los pensamientos. Al principio la situación no parece tan clara. Hay un desarrollo del discernimiento: por ejemplo, entendemos qué es el bien para nosotros no de forma abstracta, general, sino en el recorrido de nuestra vida”.
Escuchar con el corazón
Discernir, resalta, “no es una especie de oráculo o de fatalismo o algo de laboratorio, como echar a suertes dos posibilidades. Las grandes preguntas surgen cuando en la vida hemos hecho un tramo de camino, y es a ese recorrido que debemos volver para entender qué estamos buscando”.
Ignacio, cuando estaba herido, hace su primera experiencia de Dios escuchando su corazón, “que le muestra una inversión curiosa: las cosas a primera vista atractivas lo dejan decepcionado y en otras, menos brillantes, siente una paz que dura en el tiempo”.
Esto es lo que nosotros tenemos que aprender, prosigue el Papa argentino, “escuchar a nuestro propio corazón. Para conocer qué sucede, qué decisión tomar, opinar sobre una situación, es necesario escuchar al propio corazón. Nosotros escuchamos la televisión, la radio, el móvil, somos maestros de la escucha, pero te pregunto: ¿tú sabes escuchar tu corazón? Tú te detienes para decir: ‘¿Pero mi corazón cómo está? ¿Está satisfecho, está triste, busca algo?’. Para tomar decisiones buenas es necesario escuchar al propio corazón”.
¿Qué nos dice Dios a través de lo inesperado?
Podemos reconocer otro aspecto importante del discernimiento, que ya mencionamos la vez pasada, dice el Papa, “hay una aparente casualidad en los acontecimientos de la vida: todo parece nacer de un banal contratiempo. Un contratiempo que, sin embargo, encierra un posible punto de inflexión”.
Escuchen bien, continua, “Dios trabaja a través de los eventos no programables, ese por casualidad, por casualidad me ha sucedido esto, por casualidad he visto a esta persona, por casualidad he visto esta película, no estaba programado, pero Dios trabaja a través de los eventos no programables, y también en los contratiempos”.
Para discernir, “cómo reacciono yo frente a las cosas inesperadas. Ver qué sucede cuando vivimos cosas que no esperamos y ahí aprendemos a conocer nuestro corazón, cómo se mueve.
El discernimiento, finaliza el Papa Francisco, es la ayuda para reconocer las señales con las cuales el Señor se hace encontrar en las situaciones imprevistas, incluso desagradables, como fue para Ignacio la herida en la pierna. De estas puede nacer un encuentro que cambia la vida, para siempre, como el caso de san Ignacio. Puede nacer algo que te haga mejorar en el camino o empeorar no lo sé, pero estad atentos y el hilo conductor más bonito es dado por las cosas inesperadas: ‘¿cómo me muevo frente a esto?’. Que el Señor nos ayude a sentir nuestro corazón y a ver cuándo es Él quien actúa y cuándo no es Él y es otra cosa”.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 6 de noviembre de 2022 No. 1426