Oh príncipe absoluto de los siglos,
oh Jesucristo, rey de las naciones:
te confesamos árbitro supremo
de las mentes y de los corazones.
En la tierra te adoran los mortales
y los santo te alaban en el cielo,
unidos a sus voces te aclamamos
proclamándote rey del universo.
Oh Jesucristo, príncipe pacífico:
somente a los espíritus rebeldes,
y haz que encuentren el rumbo los perdidos
y que en un solo aprisco se congreguen.
Para eso pendes de una cruz sangrienta,
y abres en ella tus divinos brazos;
para eso muestras en tu pecho herido
tu ardiente corazón atravesado.
Para eso estás oculto en los altares
tras las imágenes del pan y el vino;
para eso viertes de tu pecho abierto
sangre de salvación para tus hijos.
Por regir con amor el universo,
glorificado seas, Jesucristo,
y que contigo y con tu eterno Padre
también reciba gloria el Santo Espíritu. Amén.
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amando, rey del universo, haz que toda creatura, liberada de toda esclavitud, sirva a tu majestad y te alabe eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén.
Himno de vísperas en la Solemnidad de Cristo Rey
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