DISCERNIMIENTO /6

A la oración, el conocimiento de uno mismo y el deseo, que son elementos indispensables para el discernimiento, se agrega en la sexta catequesis otro elemento importante: la historia de la propia vida

Redacción

Nuestra vida, menciona el Papa Francisco en su sexta catequesis sobre el discernimiento, “es como un libro que vamos escribiendo cada día, y cuando nos detenemos a ‘releer’ el camino que hemos recorrido —tanto los momentos de ‘consolación’ como de “desolación”— descubrimos la acción de Dios, que obra discreta y silenciosamente en nuestra propia existencia”.

Debemos acostumbrarnos, continúa, “a hacer este ejercicio de lectura de la propia vida, y también contar nuestra historia a otras personas, son instrumentos valiosos para el discernimiento. Por un lado, nos ayudan a reconocer los ‘mensajes tóxicos’ que nos hacen mal —como pensar que ‘no valgo nada’, que ‘todo me sale mal’ o que ‘nunca haré nada bueno’— y, por otro lado, nos van afinando la mirada interior para poder percibir la presencia de Dios en nuestra vida.

El libro más valioso

Nuestra vida es el ‘libro’ más valioso que se nos ha entregado, un libro que muchos lamentablemente no leen, o lo hacen demasiado tarde, antes de morir. Y, sin embargo, dice el Papa, “precisamente en ese libro se encuentra lo que se busca inútilmente por otras vías”.

Muchas veces nos encontrarnos presos de pensamientos que nos alejan de nosotros mismos, destaca, “mensajes estereotipados que nos hacen daño: por ejemplo, ‘yo no valgo nada’ -y te vienes abajo-; ‘a mí todo me va mal’ -y te vienes abajo-; ‘nunca realizaré nada bueno’, -y te vienes abajo-, y así es la vida. ¡Estas frases pesimistas que te echan abajo! Leer la propia historia significa también reconocer la presencia de estos elementos ‘tóxicos’, pero para ampliar después la trama de nuestra historia, aprendiendo a notar otras cosas, haciéndola más rica, más respetuosa con la complejidad, logrando también recoger las formas discretas con las que Dios actúa en nuestra vida”.

Entender los pensamientos

Hemos visto que el discernimiento tiene un enfoque narrativo, explica Francisco, “no se detiene sobre la acción puntual, la incluye en un contexto: ¿de dónde viene este pensamiento? ¿Qué siento ahora, de dónde viene? ¿Dónde me lleva, esto que estoy pensando ahora? ¿Cuándo he tenido la posibilidad de encontrarlo antes? ¿Es algo nuevo que me viene ahora, o lo he encontrado otras veces? ¿Por qué es más insistente que otros? ¿Qué me quiere decir la vida con esto?”

“El relato de los acontecimientos de nuestra vida consiente también captar matices y detalles importantes, que pueden revelarse como ayudas valiosas que hasta ese momento estaban escondidas. Por ejemplo, una lectura, un servicio, un encuentro, a primera vista considerados cosas de poca importancia, en el tiempo sucesivo transmiten una paz interior, transmiten la alegría de vivir y sugieren ulteriores iniciativas de bien. Detenerse y reconocer esto es indispensable. Detenerse es reconocer: es importante para el discernimiento, es un trabajo de recogida de esas perlas preciosas y escondidas que el Señor ha sembrado en nuestro terreno”.

Releer la propia vida

Acostumbrarse a releer la propia vida “educa la mirada, la afina, consiente notar los pequeños milagros que el buen Dios realiza por nosotros cada día. Cuando nos damos cuenta, notamos otras direcciones posibles que refuerzan el gusto interior, la paz y la creatividad. Sobre todo, nos hace más libres de los estereotipos tóxicos”, puntualiza.

El discernimiento, concluye, “es la lectura narrativa de los momentos hermosos y de los momentos oscuros, de los consuelos y de las desolaciones que experimentamos a lo largo de nuestra vida. En el discernimiento es el corazón quien nos habla de Dios, y nosotros debemos aprender a comprender su lenguaje. Preguntémonos, al final del día, por ejemplo: ¿qué ha sucedido hoy en mi corazón? ¿Qué me ha traído la alegría? ¿Me he quedado triste? ¿Qué me ha traído la tristeza? Y así aprender a discernir qué sucede dentro de nosotros”.

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 4 de diciembre de 2022 No. 1430

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