En el matrimonio, hombres y mujeres tienen diferentes caracteres que, lejos de generar conflictos, ayudan a fortalecer la relación y llevarla a plenitud
Por Raúl Espinoza Aguilera
Al Congreso Internacional de las Familias, que se celebró en la Ciudad de México en octubre pasado, vinieron brillantes conferencistas de Estados Unidos, México y Europa. Recuerdo las exposiciones del conocido Psiquiatra español, Enrique Rojas y del Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación, Tomás Melendo, ambos autores de numerosos ensayos y libros.
Un consejo que dieron para los cónyuges y, en el que todos los conferencistas coincidieron, es que en el matrimonio hay que aprender a comprender, perdonar y disculpar siempre. Por la sencilla razón de que todos los caracteres son diferentes, y de modo particular, si se trata de la relación entre un hombre y una mujer.
Recuerdo del ayer
Los casados suelen tener diferentes percepciones de una misma realidad. Por ello es clave tratar de ser comprensivos. A veces el varón suele ser más bien parco en sus manifestaciones de afecto, poco expresivo y un tanto seco o indiferente. En cambio, en la mujer predomina habitualmente su delicada sensibilidad. Es detallista y suele echar de menos si el marido olvida fechas importantes como el aniversario de bodas, el día en que se pusieron de novios, los cumpleaños y santos, así como otras manifestaciones de cariño.
Una cuñada me decía: “Recuerdo cuando estaba de novia con tu hermano, una vez a la semana me invitaba a cenar y luego íbamos al cine. Ese trato íntimo lo disfrutaba mucho porque podíamos conversar. Otras veces me regalaba un ramo de flores o unos chocolates que me gustaban. Pero desde que nos casamos, nunca más me ha invitado a cenar ni me trae esos regalos ni siquiera me plantea ir a tomar un café de vez en cuando porque dice que tiene mucho trabajo y llega muy cansado”.
Yo le recomendaba: ¡Pues díselo abiertamente, porque los hombres solemos olvidar esos detalles que son fundamentales! No dejes de comentar que te gustaría mucho volver a salir juntos como cuando eran novios.
Muchas veces ocurre ante esos pequeños asuntos, que falta bastante comunicación entre los esposos.
No son “pequeñeces”
Otro aspecto que no hay que olvidar es saber ceder para hacer más amable la vida en familia. Me refiero a que, muchas veces, hay que sacrificar las preferencias personales para darse generosamente a la esposa y a los hijos.
Por ejemplo, el fin de semana puede ser que la esposa y los hijos tengan la ilusión de realizar un determinado plan, como ir de compras a una plaza comercial y comer algún antojo que tengan y quizá el marido esté deseando ver por televisión un partido de fútbol. Lo más recomendable es que el padre de familia olvide su partido, acompañe a toda la familia y ponga su mejor esfuerzo para que los demás pasen un día contentos.
También, un aspecto prioritario es la fidelidad conyugal, aún en los detalles aparentemente mínimos. Un amigo Doctor en Pedagogía, que se dedica a la Orientación Familiar, me recomendó la lectura de varios libros sobre el matrimonio, entre ellos el libro Pequeñeces, del padre Luis Coloma. En ese texto el escritor expone que muchas veces llevados por la superficialidad y frivolidad en el trato con otras mujeres se generan verdaderas tragedias que terminan en rupturas conyugales.
Se requiere entonces ser delicados y finos para ser fieles y no caer en las tentaciones que el mundo presenta. Es común escuchar frases de arrepentimiento, como: “¡Si hubiera cortado a tiempo el trato con esa joven, no hubiera abandonado a mi familia!”
El bien superior, ante todo
Por el bien de la unidad familiar es importante tener el corazón dentro del propio hogar para perseverar en el amor al esposo/a y a los hijos. Porque el amor verdadero hay que cuidarlo como se cuida un tesoro. Incluso apreciarlo y valorarlo cada día más. El amor entre los esposos debe de ser una donación total, completa y profunda. No hay que perder de vista que el matrimonio es una vocación y un camino de plenitud en la existencia humana.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 11 de diciembre de 2022 No. 1431