Educar a coros, salmistas y a los mismos sacerdotes en la interpretación de la música litúrgica, ha sido todo un trabajo por parte de la diócesis de Querétaro a través de la Escuela Diocesana de Música Sacra y Conservatorio de Música, que ha trascendido a nivel nacional e internacional.
El maestro Armando Jiménez, quien es coordinador académico de dicha escuela, es parte del equipo de formadores que trabajan de manera continua para que los interpretes se formen y transformen interna y técnicamente, para que puedan ofrecer la belleza de la música para la evangelización.
Por Rubicela Muñiz
Maestro, Armando, ¿Cuál es el estado actual de la música sacra o litúrgica en la Iglesia?
▶ Antes del Concilio Vaticano II era un estado muy ordenado, muy organizado. Inclusive los libros litúrgicos tenían cantos para todas las celebraciones del año litúrgico.
Con la reforma conciliar, que por ciento no se entendió tal cual y que, además, tuvo una instrucción pastoral que decía cómo tenía que implementarse la reforma, pues, muchos no la leyeron seguramente. Entonces, fue como cuando se dice que se da rienda suelta a algo, y fue una oportunidad para que entraran los jóvenes pero con lo que ellos tenían, que era la influencia del rock and roll, las guitarras, los panderos.
Ciertamente hubo mucha efervescencia, pero no se entendió la reforma y, poco a poco, con el paso de los años esa participación de los jóvenes fue decayendo.
En el año de 1997 la Conferencia Episcopal Mexicano (CEM) promulgó las orientaciones pastorales sobre música sagrada, donde el presidente de la liturgia, a nivel episcopal, era monseñor Mario de Gasperín (Obispo emérito de Querétaro).
Ahí se hace una revisión de la realidad y se presentan cosas muy interesantes. Entre ellas, se pide que todos los que canten en la música litúrgica se preparen en tres áreas: en el área litúrgica, en el área espiritual y humana, y en el área de la música.
Entonces, todos estos aportes han ido dando pie para que surjan sacerdotes, maestros de música que, poco a poco, en su diócesis han empezado a hacer trabajos muy interesantes, junto con las escuelas de música, para ir ayudando a que esta realidad se vaya transformado.
En el caso de los coros, ¿cuáles son los errores más comunes?
▶ Yo creo que son varios. Estamos en un proceso y, a veces, podemos encontrar parroquias en donde se está haciendo mejor el servicio, otras en donde todavía está muy inicial; y otras en donde algunos coros desaparecen y es un constante volver a iniciar. A veces en el área espiritual no se logra entender el papel que nos toca, el servicio que damos a la Iglesia.
Muchas veces en los coros se llega, se participa, se canta y no se involucran en la parroquia. A veces solo llegan porque les gusta alguien, porque quieren aprender a tocar un instrumento, o porque es el momento de lucimiento.
Puede haber varias cuestiones espirituales de lo mano con lo humano. A veces puede haber problemas entre coros, cosas de madurez que hay que trabajar. También, cuando se les corrige se molestan.
Es un reto muy importante conocer la liturgia, conocer los documentos de la Iglesia que hablan sobre música y saber colocar el canto adecuado en cada momento de la misa.
¿Y respecto a la música?
▶ Ahí entramos en muchos problemas porque la música es, quizá, lo más difícil. A veces hay mala ejecución de los instrumentos o exceso de los instrumentos y poca habilidad musical.
Podemos encontrar mucho ruido, mala dicción, o los instrumentos opacan; mal uso de los instrumentos de sonido, tonalidades muy altas o bajas.
Y algo ya más especializado, que cada canto en la misa debería sonar diferente porque no es lo mismo el himno del gloria al Cordero de Dios que es una súplica. Cada canto tiene su interpretación musical.
También, se piensa que la elección de los cantos es democracia y gusto, y no piensan en la liturgia. Los cantos en la liturgia no son democracia y no se escogen en base al gusto.
¿Tiene que ver con la falta de recursos, ya sea vocales o de instrumentos?
▶ La diócesis ofrece algo muy estructurado. Primero una Dimensión de Música Litúrgica que está a cargo del padre Benjamín Vega y su equipo, en donde tenemos una junta mensual para los coordinadores parroquiales. Como parte de este trabajo se dan talleres a las parroquias, se motiva, se da lo básico y todos pueden participar.
Entonces, se va motivando para que después vengan a estudiar a la escuela porque, a diferencia de otros ministerios en donde a lo mejor basta una capacitación para el servicio breve, la formación del músico es larga.
Ya lo siguiente, si tenemos buena voz o no, es lo de menos porque la voz se puede educar. Primero debe haber disposición en cada uno de los músicos de Iglesia, de tratar de entender lo que la Iglesia nos pide y responder. Ya después viene el anhelo de formarse para que se den las cosas.
También necesitan el apoyo de su párroco, ¿hay disposición de parte de ellos?
▶ Ese es otro punto muy complicado: el presbiterio. En muchos momentos se tocó el tema en la dimensión episcopal de música por la formación en los seminarios, porque ha venido a menos su formación. En algunos seminarios se imparte solamente una hora de música.
A veces al presbiterio le falta formación en este aspecto. Encontrar sacerdotes que se preocupen por la formación del coro es difícil porque ellos tienen muchas cosas que hacer, pero sí los hay. Que les digan “vete a formar” ya es un gran logro.
Entonces, una de las cosas a las que nos enfrentamos cuando el equipo de la dimensión de música va a dar un taller, o cuando llegan aquí a la escuela, es que te dicen: “Tengo 20 años cantando y nadie me había dicho que este canto no era adecuado”. Entonces, es cuando nos cuestionamos, ¿dónde estamos como Iglesia? Porque como nadie les dice nada, ellos asumen que están bien.
¿Y en el caso de los salmistas?
▶ Es difícil porque ya traen una forma de cantar muy amañada. Entonces, a veces es hasta lastimero cómo cantan los salmistas. Es empezar por quitarles esa forma de cantar y que entiendan qué es la salmodia y cómo se tiene que cantar.
¿En qué consiste su formación?
▶ Entran tres áreas: la liturgia, la doctrina de los salmos y la función del salmista, que es como espiritualidad y doctrina; otra área es el lenguaje musical, que aprendan a leer las notas; y luego entra lo que es la salmodia, que es propiamente cómo se tiene que cantar y ahí conocen los modos gregorianos, la salmodia contemporánea. Es propiamente la práctica.
¿Se ha logrado que a nivel nacional se tome conciencia de la liturgia y se produzcan cambios?
▶ Podemos decir que a nivel nacional ya hay una toma de conciencia, pero todavía falta mucho. Estamos en el proceso de que se tome conciencia de todos los tesoros que tenemos en la música litúrgica y de descubrir cuál es nuestro papel como músicos: siempre al servicio de la liturgia.
Podemos ver con alegría que estamos en un proceso muy bonito donde los músicos católicos estamos valorando lo que es nuestra música. En la Iglesia tenemos música litúrgica que tiene sus normas, y tenemos música para evangelizar, música para la catequesis y música para la piedad popular.
¿Qué novedades ofrece la música sagrada?
▶ La música sagrada tiene el canto gregoriano que es el canto por excelencia de la liturgia romana. Se tiene lo que se conocer como polifonía antigua y contemporánea. Entonces, hay nuevas composiciones en donde entran este juego de voces, y se tiene el canto litúrgico popular.
En la liturgia pude haber esta novedad, pero, como decía el Papa Benedicto, la liturgia consiste en repeticiones solemnes. En la liturgia, a diferencia de la evangelización que se pude innovar, se pueden meter otras inspiraciones, en la liturgia puede cambiar al hacer nuevas composiciones tomando encuentra el texto bíblico.
La novedad es que puedan venir más composiciones con melodías propias, pero no va haber un cambio sustancial porque van a ser estas repeticiones solemnes.
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Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 11 de diciembre de 2022 No. 1431