La pérdida de un ser querido en fechas recientes o en la misma temporada decembrina, la situación laboral, las relaciones familiares o las falsas expectativas sobre esta importante celebración cristiana, hacen que no todos disfruten y vean con gozo el nacimiento del Niño Jesús.
Adriana Morales, licenciada en Psicología por la universidad UNIVA, especialista en terapia familiar sistémica y miembro de la Asociación de Psicólogos Católicos (APSIC), comparte cómo se ha desvirtuado el sentido de la Navidad y cómo podemos retomar lo fundamental de esta fecha a pesar del estado de ánimo que en ocasiones nos abruma.
Por Rubicela Muñiz
Adriana, estamos a una semana de la Navidad, una celebración que no tiene el mismo sentido para todos, ¿a qué se debe esto?
▶ Podríamos decir que, visto desde la parte católica, nos puede brindar una esperanza para poderla vivir y abordar. Es algo religioso, ciertamente, en donde quizá se nos puede llegar a vender que todo es armonía, paz, felicidad y esperanza y que es estar con nuestros seres queridos todo el tiempo y esto genera cierta presión. Inclusive, es una festividad de mucha abundancia y es lo que quizá comercialmente se nos ha vendido. En tanto, desde la parte espiritual es la fe y la esperanza.
Es importante aterrizar esto a la parte humana, a la realidad, para así empezar a tener fe y esperanza en el Niño Jesús y en Dios, para poder encontrar paz y tranquilidad, independientemente de los problemas por lo que estemos pasando.
Una cosa es vivir las cosas con Dios, a vivirlas sin Dios. Es el mismo menú para todos, pero el de nosotros tiene sal y pimienta, ese condimento adicional.
¿El choque entre la realidad y lo que nos han vendido es lo que genera la tristeza?
▶ Ciertamente todos pasamos por situaciones complicadas y si lo que se nos ha vendido, en cuestión de publicidad y mercadotecnia, no coincide con nuestra realidad, es ahí en donde no le damos importancia a Dios, al Niño Jesús y a su nacimiento y viene la depresión.
La tristeza se vive de cierta forma porque nos dicen que todo tiene que ser en familia, cuando la realidad es que un familiar murió en pandemia, hace uno o dos años, y esa realidad es reciente.
Conozco personas que han perdido a su mamá justamente en temporada decembrina o faltando un mes para Navidad. Entonces, caen en una depresión, en una tristeza porque lo que les han vendido y lo que saben desde la parte espiritual no coincide.
¿Y qué hay del trastorno estacional depresivo?
▶ Es otra forma de vivirla, es más cíclica y es año tras año. Es decir, esto se vive cada vez que llega diciembre o cada vez que llega el invierno la energía, la actividad, el estado de ánimo bajan considerablemente y es más notorio: no están las ganas, no está la fuerza, el entusiasmo, el deseo, la parte de alegría o felicidad; ya no está lo que yo antes encontraba placentero. Y esto también es un trastorno porque hay menos luz de día y esto afecta al cerebro de algunas personas.
¿También influye la situación por la que se esté pasando en ese momento?
▶ Así es. Pueden pasar diferentes acontecimientos, como que no me esté yendo bien en cuestión de trabajo, o que mi familia no esté bien. Y eso también es un factor que influye para que vivamos esta temporada, estas fiestas, con un estado de ánimo muy bajo o depresivo.
¿Hasta cierto punto es válido estar triste?
▶ Es válido, pero no compremos todo lo que se nos vende porque cada persona tiene su historia de vida, cada persona está lidiando con batallas muy personales y cada persona, su situación, su contexto, su historia, es única.
Eso sí, si yo estoy viviendo un estado de ánimo muy bajo y caigo en depresión o sé que año tras año me pongo mal por este trastorno estacional, poco a poco debo darme cuenta que no estoy bien y debo preguntarme qué puedo hacer para poderlo afrontar de una forma más asertiva o menos profunda, o que no tenga tanto impacto.
¿Es aquí donde cobra relevancia el acompañamiento?
▶ Si yo veo que alguien la está pasando mal o sé que año tras año empieza a cambiar, debemos preguntarnos cómo le podemos ayudar para que no lo viva tan fuerte. Ya sabemos que le da por dormir, que no quiere salir de casa, que se vuelve antisocial. Es importante saber cómo le podemos ayudar o, inclusive, poder ser condescendientes con las personas que han tenido pérdidas y que estas fechas son para ellos muy medulares y que casi casi no se tocan.
Sí se vale estar triste, pero al mismo tiempo es cómo te vas a cuidar, cómo te vas a proteger.
¿Las cuestiones sociales y comerciales le quitan belleza a la Navidad?
▶ Sí, porque nos venden algo que, por más que yo quisiera, o que me esfuerzo, o que me encantaría, pues realmente no entro dentro de esto porque yo tengo una historia muy particular. Y, cuando lo entendemos así, creo que lo vivimos más tranquilo y con la esperanza.
Y si a eso le sumamos que nos vamos preparando desde la parte espiritual y no desde la comercial, creo que eso nos puede ayudar muchísimo. Es un recurso muy bonito y grande.
Por ejemplo, hace un mes pasé por una cirugía y, el hecho de estar todavía en el proceso de recuperación, no me permitió poner arreglos y adornos como a mí me hubiera gustado. Estos arreglos y estos adornos son cuestiones visuales y sensoriales que también me van llevando a la fe y a la esperanza y me van llevando al nacimiento del Niño Jesús. No los tengo, pero el hecho de que no los tenga no significa que no lo vaya a vivir desde la parte espiritual. Lo que puedo hacer es ir a misa más seguido, comulgar y fortalecer mi oración.
Ante las cosas banales, las cosas comerciales, es mejor abrir el sentido más fino, el más espiritual. Y cada uno de nosotros lo puede hacer y ese es un recurso muy lindo, muy bonito para afrontar las cosas difíciles por las cuales estamos pasando.
¿Cuáles son los recursos adecuados para vivir de la mejor forma posible la Navidad?
▶ Sabemos que es un tiempo de conversión. En terapia es muy usual decir “date un tiempo para meditar, para reflexionar y ser más consciente en dónde estás, de dónde vienes y hacia dónde vas”. Este tiempo de conversión nos invita a la oración, al silencio, a la meditación y es muy propicio darnos cuenta cómo estamos con nosotros mismos.
Pero también es saber cómo estamos en nuestras diferentes relaciones interpersonales. Por ejemplo, si mi relación con mis hermanos no es tan buena, tengo tiempo para irme preparando, para tratar de hablar con él y tratar de pedir una disculpa para reconciliarme y reconocer que me equivoque y el 24 pasarla bien.
¿El ayudar a otros también puede cambiar el sentido de la Navidad?
▶ No hay mayor satisfacción que el poder ayudar a los demás, en cualquier forma, en cualquier sentido. Y la satisfacción más grande es que, sin saberlo, hemos sido instrumentos de Dios y el ser instrumentos de Dios, el regalo que se nos da por ser el instrumento de Dios, es una satisfacción plena que no tiene precio. Es una satisfacción que muchas veces ni siquiera se puede describir. Solamente se siente.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 18 de diciembre de 2022 No. 1432