Por Jaime Septién
Hace unos años el Papa Francisco nos regaló seis “nuevas bienaventuranzas” con las que guiar nuestra vida de fe. Las recordamos en su momento, pero vale mucho la pena volver a traerlas a cuento, hoy que la violencia y la tristeza nos acechan como dos ladronas del corazón:
- Bienaventurados los que soportan con fe los males que otros les infligen y perdonan de corazón
- Bienaventurados los que miran a los ojos a los descartados y marginados mostrándoles cercanía
- Bienaventurados los que reconocen a Dios en cada persona y luchan para que otros también lo descubran
- Bienaventurados los que protegen y cuidan la casa común
- Bienaventurados los que renuncian al propio bienestar por el bien de otros
- Bienaventurados los que rezan y trabajan por la plena comunión de los cristianos.
Habrá quien quiera restarle importancia a este camino estrecho que va al encuentro con el mundo real. Estamos en salida, somos Iglesia en salida. Adiós a los viejos formalismos inútiles. Un cristianismo de formas es un cristianismo deformante.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 29 de enero de 2023 No. 1438