Por Arturo Zárate Ruiz
Aunque suene absurdo, si lo que importa es la verdad, no son pocos quienes consideran que lo pensado define la realidad, en lugar de que la realidad defina lo pensado. Lo hacen los libre-pensadores, y aun algunos “científicos” que afirman que la realidad no es real sino una “construcción social”, de tal modo que si los jíbaros les cortan la cabeza a sus vecinos y con ellas decoran las casas, no es un crimen sino una hermosa práctica religiosa que les permite afirmar sus vínculos de amor e identidad con su grupo y su dios. Si así lo piensan los jíbaros, es más, si les gusta dicha decoración, no debemos cuestionarlos, sino aplaudirles, pues para ellos ésa es la verdad e inclusive el buen gusto.
Como lo serían hoy las heces de elefantes y los mingitorios con crucifijos dentro exhibidos en museos de Nueva York para que dizque los disfruten los gustos más refinados, o lo serían las “exquisitas” y gigantescas telarañas de alambre con que sustituyeron recientemente lo que debió ser la exposición permanente de arte virreinal en el Museo Nacional de Artes de México. Dizque los gustos cambian y, por tanto, lo que debe valorarse como estético.
Y no niego la validez de la diversidad de gustos. Pero se compra gato por liebre tras considerar que un supuesto gusto o “experiencia estética” corresponde a una realidad. Hoy venden a no pocos museos calzones baratos usados y los exhiben (sin pretender sarcasmo) como el triunfo de la humanidad sobre la injusticia. Además, se estima como primoroso lo objetivamente deleznable, como el engullir vivo un sapo y considerarlo superior que el lomo en salsa de ciruelas. Así reservan toda una galería a un trapo remojado en lodo mientras embodegan o se deshacen de obras comparables a las de Vermeer.
Cabe señalar que el buen gusto debe corresponder a una obra de arte real, no un supuesto gusto definir que un montón de basura es obra de arte. Por si hay dudas sobre la existencia de elementos objetivos en estas obras, revisemos los siguientes:
Producir arte exige habilidades creativas e inteligencia. No es lo mismo decir, como el inepto Valvert, «Tenéis… tenéis… una nariz… ¡una nariz muy grande!», que decir, como Cyrano de Bergerac, «Pueden decirse muchas más cosas sobre mi nariz variando el tono. Por ejemplo, agresivo: “Si tuviese una nariz semejante, caballero, me la cortaría al momento”; amigable: “¿Cómo bebéis; metiendo la nariz en la taza o con la ayuda de un embudo?”; descriptivo: “¡Es una roca… un pico… un cabo…! ¿Qué digo un cabo?… ¡es toda una península!”; curioso; “¿De qué os sirve esa nariz?, ¿de escritorio o guardáis en ella las tijeras?”; gracioso; “¿Tanto amáis a los pájaros que os preocupáis de ponerles esa alcándara para que se posen?”…»
Se requiere además de dominio en el manejo de materiales difíciles y de calidad. No es lo mismo hacer un collar con un mecate que un collar con filigrana de oro y diamantes. Si me enseñan el de mecate, mejor salgo huyendo por considerarlo una horca.
Se debe agregar que las cosas artísticas tienen objetivamente un valor mayor o menor según realcen lo que nos hace humanos, o inclusive hijos de Dios. Si hablamos de simple comida, no es lo mismo un platillo que sólo nos nutre a uno que ofrece creativamente una gran gama de sabores y aromas. Inclusive si hablamos de arte con elaboración compleja, no es lo mismo un centro comercial lujosísimo que nos acerque a ropa de marca, que un templo que nos acerca a Dios.
En fin, entre otras cosas, así como hay una escala objetiva de valores en las cosas, también en los gustos. No dudo que una experiencia orgásmica sea intensa y gratificante, pero hasta los cerdos sin siquiera entenderlo las pueden tener. No así otras experiencias que nos hacen humanos, como reconocer, apreciar y saber disfrutar de la diferencia entre un tango y una rumba, o entre una sonata y una fuga. Para ello, sin embargo, debemos no sólo gozar de sensibilidad e inteligencia humanas, también de una formación artística que afine nuestro gusto estético.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 19 de febrero de 2023 No. 1441