Por Raúl Espinoza Aguilera

He visto varias veces la película -entre las muchas que se han filmado sobre C. S. Lewis– “Tierra de Sombras” porque me parece una joya cinematográfica, tanto por su ambientación como por su guion con la magnífica actuación de Anthony Hopkins.

Esta película inglesa, ambientada en los años cincuenta, relata el noviazgo y, luego, el matrimonio de Clive.Staples Lewis con Joy Davidman (Debra Winger), una poetisa norteamericana. Al poco tiempo, a ella le dio un cáncer de fémur, el escritor fue testigo del intenso dolor en la pierna de su esposa, de su agonía hasta su fallecimiento. A raíz de esa dura experiencia escribió su libro Una Pena Largamente Observada.

Siempre me han impresionado sus acertadas palabras sobre el sufrimiento y las decía casi a gritos en sus conferencias: “No estoy tratando de argumentar que el dolor no sea doloroso. El dolor duele. (…). Nuestros dolores son el altavoz que Dios usa para despertar a un mundo sordo”. “El dolor es un misterio -continuaba- y algo que no somos capaces de entender, pero el cristiano sabe que Dios nos hace “daño” solamente para buscar nuestro bien”. Y este fue el “campanazo” que necesitaba para retornar a la fe cristiana.

  1. S. Lewis fue un escritor y profesor británico de la Universidad de Oxford. Experto en Literatura Medieval Inglesa y brillante conferencista. Sus libros tuvieron un notable éxito, como: Las Crónicas de Narnia de la que se filmaron varias películas; Cartas del diablo a su sobrino, Mero Cristianismo, Sorprendido por la Alegría, Los Cuatro Amores; su Trilogía Cósmica, novelas de ciencia ficción en ellas predomina la constante lucha del Bien contra el mal.

Siendo muy joven perdió la fe y se volvió ateo. Era amigo cercano de J.R.R. Tolkien autor de la célebre trilogía, El Señor de los Anillos. Él le ayudó a retornar a la fe cristiana, lo mismo que la lectura meditada de las obras de Gilbert K. Chesterton, porque Lewis se persuadió que el Cristianismo tenía mucho de lógico, de razonable y, paulatinamente, fue aclarando sus dudas existenciales. Como su excelente libro Cartas del diablo a su sobrino fue aclamado por sus seguidores. Le pedían que siguiera escribiendo libros sobre el demonio. C. S. Lewis se disculpó y les dijo que eso de pensar perversamente y tratar de meterse en la mente del maligno, le resultaba ingrato y muy agotador. Que prefería continuar escribiendo novelas de ciencia ficción con mensaje positivo.

Pero en este libro expone ideas muy aprovechables acerca de cómo el demonio actúa en la vida cotidiana con pequeños detalles, tanto en el trabajo como en el matrimonio, el maligno va sembrando divisiones, discordias, fricciones, envidias, rencores y, sobre todo, que los compañeros de trabajo o los esposos y los hijos no sean capaces de perdonar, comprender, disculpar y, un concepto clave: olvidar de todo corazón los agravios.

Un día de 1926 leyó los Evangelio y fue para él una fuerte sacudida.intelectual.. Viajando en un autobús se percató de que tenía que aceptar la existencia de un Ser Trascendente o rechazarla, pero no continuar en un estado de permanente escepticismo. Tres años después, en 1929, se convenció que tenía que “dar el salto hacia la otra orilla”.

En la festividad de la Santísima Trinidad, C. S. Lewis reconoce que, mientras estaba en su departamento de investigador, “cedí y acepté que Dios me buscaba. Me puse de rodillas y recé. (…) No advertí lo que ahora es tan fulgurante y claro: la humildad divina que acepta a un converso tembloroso y dubitativo que toca la puerta del Cielo con la insistencia de un niño. Al fin, el hijo pródigo volvía a casa por su propio pie”. “Pero, ¿no es adorable un Amor que abre sus puertas a un hijo pródigo que se resiste, resentido y qué mira en todas direcciones buscando cómo escapar?”

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 23 de abril de 2023 No. 1450

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