Por P. Fernando Pascual

Puede parecer extraño, pero una señal de que hemos aprendido algo consiste en concluir que hay mucho todavía por conocer.

Así, quien estudia a fondo los equilibrios biológicos de un bosque, aprenderá continuamente nuevos datos sobre las interacciones entre plantas e insectos, entre las lluvias y el sol. Al mismo tiempo, abrirá los ojos a tantos aspectos que todavía merecen ser analizados en profundidad.

En cambio, uno de los riesgos a la hora de aprender cosas nuevas consiste en llegar a suponer que ya sabemos todo lo necesario sobre un argumento, cuando en realidad quedaría mucho por seguir investigando.

Por eso, una de las señales de que un investigador, en cualquier ámbito, es serio y competente, consiste en reconocer lo que ha llegado a comprender “hasta ahora” mientras tiene también presentes aquellos aspectos en los que hay que promover nuevos estudios.

Ciertamente, nos gustaría llegar a un estado en el que ya supiéramos todo lo que se refiere a la gripe, o a los cambios climáticos, o a las mejoras en los sistemas de combustión, o a las urgentes reformas para superar una crisis económica.

Pero por más que estudiemos un tema complejo, sea a nivel personal, sea en grupos de investigación, siempre aparecerán aspectos que merecen nuevos estudios, o datos que mejorar, o pequeños errores de cálculo que obligan a rehacer buena parte del trabajo.

En el mundo antiguo, Platón ya había señalado cómo entre los seres humanos conviven conocimientos y desconocimientos. Al mismo tiempo, señaló el gran peligro de suponer que uno conoce algo cuando realmente no lo conoce adecuadamente.

Por eso, conforme tomamos conciencia de los muchos límites de nuestra mente y de lo complejo que es el mundo en el que vivimos, aprenderemos a distinguir entre lo que sabemos y lo que desconocemos.

Entonces seremos capaces de situarnos en una perspectiva de apertura y de búsqueda, que nos lance continuamente a seguir en camino hacia conocimientos que nos acerquen a la verdad, en la medida de lo posible, al mismo tiempo que adoptaremos una actitud humilde y abierta ante este mundo inabarcable en el que nos ha tocado vivir.

 

Imagen de Martine en Pixabay


 

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