Por P. Prisciliano Hernández Chávez, CORC.

Andamos errantes, en oscuridad y sombras de muerte y no encontramos la puerta de salida, ni la entrada a una comunidad cálida, que disipe las tinieblas, que permita encontrar la luz de la vida para darle sentido a la vida y ser profunda e íntimamente felices.

Necesitamos ese alimento del espíritu para las agotadas jornadas de la vida; para sostener, sin decaer, el alimento que sostenga nuestra entrega de donación total.

Ante el ‘eclipse de Dios’, necesitamos urgentemente una luz en el sendero de la vida que nos permita descubrir el horizonte que nos oriente con plena seguridad al sentido último de la existencia. Con tantos logros y toneladas de información, se han tomado caminos que al final conducen a paraísos ilusorios: droga, sexo, éxito, ideologías.

Lo peor es que ante esta problemática existencial grave, ante corazones heridos y perdidos, salgan los falsos pastores vestidos de oveja, que son ladrones y salteadoras; que no entran por la puerta del aprisco.

La humanidad pasa por las mayores crisis de la historia: crisis de sentido, gobernantes mentirosos, instituciones e ideologías que pervierten a las mismas personas en su ser y en su orientación fundamental de sus vidas.

En torno a Jesús nuestro Señor, debe evitarse los escándalos y las desviaciones. Se ha de conducir a él, para ese encuentro. Se debe dejar paso para escuchar su voz. Porque ‘el verdadero Maestro habla desde dentro’, como nos enseña san Agustín.

Son muchos nuestros hermanos que se quedan en la periferia; si asisten a misa, les parece rutinario. Muchos ya no oran. Su fe ha quedado guarda en los baúles de su historia personal.

Las ovejas reconocen la voz del supremo Pastor; él va delante de ellas y las conduce para que se alimenten, incluso, de él mismo: es Pastor y Cordero de Dios, para alimentarnos de sí mismo.

El conocimiento que Jesús tiene es el conocimiento del Corazón, propio de quien ama y de quien es amado, como nos señala el Papa Benedicto XVI. Por eso él se constituye en nuestro Camino a seguir, nuestra Vida a vivir, la Verdad a proclamar.

Jesús se autonombra también ‘la Puerta’. La puerta posee dos movimientos: cuando se abre y cuando se cierra. Cerrada para los salteadores y ladrones, para los que buscan su gloria y su propio provecho. Está abierta permanentemente para los pastores humildes y sinceros, para toda persona que busca el resguardo del Corazón de Jesús, para adentrarse en su misterio maravilloso de amor. Ahí se encuentran todas las riquezas y el verdadero sentido de la vida: hemos nacido para amar y ser felices, siguiendo las huellas de Jesús. Se trata de vivir permanentemente el encuentro de relación vital con él, más allá de lo ritual, doctrinal o jurídico.

Entrar por la Puerta que es Cristo, cuyo Corazón es la entrada, descubre el camino de la verdadera libertad de los hijos de Dios. Caen todo tipo de cadenas, dependencias y lazos que impiden nuestra libertad.

Es imprescindible hacerse sordos a voces extrañas que proponen libertades que conducen a la esclavitud y dependencia.

Con Jesús poseemos la libertad de los espíritus redimidos por él; el nos acompaña en todo momento: es el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas; es el Pan de Vida que nos alimenta, es la Luz permanente en nuestros senderos, es el Camino seguro en el tiempo y en la eternidad para ser felices; por todo ello, él es la Puerta de todos los bienes de su Corazón.

 

Imagen de katalin csák en Pixabay


 

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