Por P. Fernando Pascual

Los rumores dejarían de ser un problema si hubiera menos ingenuos que los divulgasen y más atención e interés ante las informaciones bien fundadas.

Quienes lanzan rumores, sobre política, economía, deportes, cine, religión, saben que la gente siente una curiosidad irresistible hacia lo extraño, o lo provocativo, o lo peligroso, o lo complotístico, o lo morboso.

Por eso, cuando un divulgador de rumores lanza la idea de que algunos dicen que han visto a tal político en un restaurante con tal banquero, el rumor correrá como pólvora, aunque no haya ninguna certeza sobre esa “noticia”.

En cambio, los rumores perderían mucha de su fuerza si cada uno pudiera, con seriedad, plantearse algunas preguntas: ¿quién lanza el rumor? ¿Manifiesta cuáles sean sus fuentes? ¿Cómo contrastar ese rumor? ¿Qué dicen los “afectados”?

Solo cuando haya señales de que el rumor puede ser contrastado con fuentes seguras y con las personas implicadas, puede merecer algún tipo de atención.

En cambio, si no hay ninguna señal de seriedad, si no se indican fuentes verificables, si la “noticia” surge desde la oscuridad de un anonimato que puede ser completamente inventado, entonces hay que dejar de lado ese rumor que no merece ni un mínimo de atención.

Por desgracia, en un mundo lleno de falsas noticias, de calumnias, de habladurías, donde el anonimato permite tirar la piedra y esconder la mano, surgirán continuamente rumores, algunos de los cuales pueden causar un daño enorme a personas inocentes o a instituciones.

Solo cuando la gente aprenda a identificar qué rumores carecen de un mínimo de seriedad, será posible neutralizarlos para que mueran en su origen. Entonces los rumores perderán su fuerza y dejarán de ser un peligro.

Al mismo tiempo, quienes tienen el mal hábito de crear y difundir rumores, comprenderán que han sido derrotados y que vale la pena dedicar las propias energías interiores a causas que sean realmente buenas y provechosas, que sean de ayuda para comprender un poco mejor el mundo en el que vivimos.

 

Imagen de Jiří Rotrekl en Pixabay


 

Por favor, síguenos y comparte: