Por Juan Diego Camarillo

El pasado 25 de junio, Monseñor Fidencio López Plaza, X Obispo de Querétaro se dirigió a los comunicadores en el contexto del XIII Encuentro Diocesano de la Pastoral de la Comunicación.

La comunicación, el ministerio de la época.

Entre los comunicadores presentes en la Santa Misa, Monseñor Fidencio resaltó la diversidad generacional que enriquece este ministerio, desde los adultos mayores de 50 años a los jóvenes desde 20 años que se desempeñan en la pastoral:

«Los que tienen más de 50 años, representamos a una gran población que tiene la marca de la época que está culminando y los que tienen menos de 50, representan la nueva cultura que está emergiendo.»

Además, Fidencio destacó la labor vital de los jóvenes en las parroquias, pues en gran número se involucran de manera activa en la pastoral de la comunicación:

«Yo me complazco en los jóvenes. La pandemia los ubicó en otro nivel. En sus parroquias eran reconocidos porque barrían el salón, limpiaban la mesa, recogían la basura en las fiestas. Un ejercicio de los últimos que pueden ser los primeros. También eran reconocidos porque daban catequesis o cantaban en los coros. Pero ahora son reconocidos porque encabezan el ministerio de la época: el de la comunicación.

La mayoría tienen menos de 50 años. Ahí está pues, la juventud representada en todos ustedes.»

Hablar con el corazón

Monseñor Fidencio se alegró de que, en el marco de la formación de este encuentro, se haya tomado como referencia el mensaje del Papa Francisco para la 57ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales: «Hablar con el corazón, ‘en la verdad y en el amor’ (Ef 4,15)»:

«Hemos hablado mucho con la cabeza, hemos hablado poco con el corazón y -según las tendencias- después de la inteligencia racional, ahora hay que hacerle caso a la inteligencia emocional. Después de darle tanta importancia a las razones de la cabeza, ahora hay que darle espacio a las razones del corazón.

Y en esto ustedes también son ejemplares, por eso la Iglesia reconoce a los protagonistas de esta misión.»

Formación sólida de vida cristiana

Ante la realidad pastoral de la comunicación en nuestra diócesis, Monseñor Fidencio ha propuesto una formación cristiana acorde con la misión de los comunicadores, para que no solo sean hábiles en la práctica, sino también sólidamente formados en la fe.

«Estoy pensando en los comunicadores, en los equipos parroquiales de toda la diócesis. Quizá, tengamos que inventar algo para que no sean solamente comunicadores de buena voluntad con todo lo que van aprendiendo en el camino, sino con una formación sólida de vida cristiana, una experiencia firme del seguimiento de Jesús, para que su ministerio sea más reconocido y puedan cumplir la misión que Jesús ha puesto en nuestras manos.»

San Juan Bautista, ejemplo para los comunicadores

Monseñor señaló que en conversaciones sobre el patrón de los comunicadores, se mencionaba a San Juan Bautista y compartió el ejemplo de humildad que puede ayudar a los comunicadores en su servicio:

«San Juan Bautista fue un hombre que, cuando le preguntaban: «¿Quién eres tú? ¿Eres el Mesías?», él pudo haber dicho: «Pues no, pero me le arrimo» o pudo haber dicho: «Sí, soy el Mesías» y se deja llevar por la tentación de la fama. Y fíjense lo que dijo: «Yo no soy el Mesías, yo soy la voz». La palabra es Jesús, yo soy la voz. La voz, así como se oye, se va, pero la palabra entra y se encarna. La palabra es parte de un respiro de vida que se va engendrando y se va generando y va haciendo un perfil de cristiano, que el cristiano se parezca por su modo de ver, de pensar y de actuar.»

No tengan miedo

A la luz del pasaje del evangelio de Mateo 10, 26-33 proclamado en aquel domingo, Monseñor Fidencio hizo hincapié en la invitación de Jesús a ser valientes, a mantener el buen ánimo y a confiar en la providencia del Padre, recordándonos que la persecución es una compañera habitual de aquellos que comunican la buena noticia.

«El evangelio de este domingo está ubicado en el contexto de la misión que Jesús encomienda a sus discípulos. Antes de este evangelio, ya les había dado instrucciones precisas sobre la misión.

Les había advertido que los enviaba como ovejas en medio de lobos. Ahora les dirige una cálida y ferviente exhortación a la valentía, a la confianza y al buen ánimo en los momentos duros y de persecución, pues la persecución también es compañera de los seguidores de Jesús y de los comunicadores.

Las estadísticas nos dicen de los asesinatos y el martirio que sufren muchos comunicadores. Por eso, Jesús en este evangelio dirige una cálida exhortación a la valentía, a la confianza y al ánimo en los momentos duros de persecución.

El recuerdo de la ejecución de Jesús estaba todavía muy reciente cuando se escribió el evangelio. Todos sabían que era peligroso seguir a alguien que había terminado crucificado. Se recordaba una frase de Jesús: «El discípulo no está por encima del maestro».

¿Qué quiere decir esto? Si a él le han llamado Belzebú, ¿qué no se le dirá a sus seguidores? Ante esta situación, Jesús no quería que sus discípulos se hicieran falsas ilusiones. Nadie puede pretender seguir de verdad a Jesús sin compartir de alguna manera su suerte. En algún momento vendrá la persecución, el rechazo, el insulto o la condena. Y en este caso, la pregunta de los discípulos es: «¿Qué hacer?» Y la respuesta de Jesús es: «No tengan miedo». El miedo es malo, no debe paralizar nunca a sus discípulos. No hay que callarse, no hay que dejar de pregonar su mensaje por ningún motivo.

Y luego, en el evangelio de Jesús, aparecen 3 razones para no tener miedo.

La primera razón para no tener miedo es la fuerza incontenible del evangelio que van anunciando. Nada ni nadie podrá contra él, pues no hay nada oculto que no llegue a descubrirse y nada secreto que no llegue a saberse. Por eso, hay que emplear todas las azoteas, todos los púlpitos, es decir, todos los foros y medios de difusión y comunicación. Nosotros no comunicamos cualquier cosa, somos comunicadores del amor de Dios y de su misericordia.

La segunda razón para no tener miedo es la entereza interior de los propios evangelizadores. Podrán perseguirlos, encarcelarlos o matarlos, pero nunca podrán pisar su espíritu, su libertad y su unidad. No hay que temer a aquellos que pueden quitar la vida del cuerpo, sino a quienes pueden ocasionar el quitarnos la vida eterna. Si la justicia acaba, la verdad siempre llega, hermanos. Esa también es una manera de hacer justicia.

La tercera razón para no tener miedo es la especial providencia de Dios en favor de los comunicadores, en favor de los ungidos y enviados a evangelizar. La superación del miedo se fundamenta en la confianza inquebrantable que los discípulos han de tener en Dios, a quien reconocen e invocan como Padre. Pues si Dios cuida de los pajarillos y las flores del campo, ¿cómo no va a acordarse el Padre de sus hijos queridos que anuncian la buena noticia?

Unos comunicadores comunican lo que oyen, otros comunicadores comunican lo que ven. Jesús nos invita además a comunicar lo que tocamos. Así, la objetividad tiene la garantía de la cordialidad, de la ternura y del encuentro. Esto es a lo que reiteradamente nos invita el Papa Francisco.

Por eso, Jesús insiste en que no tengan miedo. Quien se pone de mi parte, decía Jesús, nada ha de temer. Son muchos los miedos que hacen sufrir en secreto a las personas, pero el miedo hace daño. Donde crece el miedo, se pierde de vista a Dios y se ahoga la bondad que hay en el corazón de las personas. La vida se apaga y la alegría desaparece.

La comunidad de seguidores de Jesús que ustedes inauguran como comunicadores debe ser, antes que cualquier otra cosa, un lugar donde la gente se libere de sus miedos y aprenda a vivir confiando en Dios. Una comunidad en la que se respire una paz contagiosa y se viva una amistad entrañable, que haga posible escuchar hoy la llamada de Jesús: «No tengan miedo».»

Culminando, Monseñor Fidencio alentó a los comunicadores a permanecer en un momento de oración personal, mirando a Cristo y reflexionando su invitación a no tener miedo:

«Ojalá tengan la oportunidad de sentarse ante una imagen de Jesucristo, con sus celulares en frente y sus cámaras, y puedan meditar sobre ese evangelio. Que Dios así nos lo conceda.»

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