A veces el mundo se mueve tan rápido que encontrar paz en medio de tanto ruido parece algo imposible. Cada día nos exponemos al ruido de los audios del celular, videos, voces superpuestas grabando en WhatsApp, el tráfico, o el ruido conceptual de ventanas, aplicaciones, pestañas abiertas al mismo tiempo en una computadora, alertas informativas, publicidad digital, etc., y sin tener una interacción real.

Olvidamos el espacio de reflexión, de contemplación y el valor del silencio. A través de la película Libres los monjes y monjas de clausura nos enseñan que no es difícil encontrar paz en un mundo plagado de ruido si se aprende a poner en práctica estos aspectos. De esto y más nos platica la productora y fundadora de Bosco Films, Lucía González-Barandiarán.

Por Rubicela Muñiz

-Lucía, ¿cuál es el valor de la vida contemplativa en un mundo invadido por los ruidos?

Contemplar y contemplar implica tiempo, implica parar porque no puedes ver los detalles, no puedes ver los detalles si no le dedicas un tiempo. Y creo que es importante parar para dedicar tiempo a cada cosa, pero especialmente a las cosas importantes.

Cuántas veces hemos leído artículos que hablan de datos estadísticos, de estudios que hablan del final de la vida en el que preguntan a las personas que están a punto de marcharse qué habrían cambiado. Y es muy común que casi todos dicen que haber trabajado menos y haber dedicado más tiempo a lo importante. Eso al final es contemplar. Es lo que hacen los monjes contemplativos. Es dedicar tiempo a lo realmente importante.

La mayor parte del mundo habla de que son cosas inútiles y que buscamos siempre un resultado inmediato, pero creo que cada vez más estamos perdiendo la necesidad de dar a cada cosa su momento y de poder disfrutar de cada pequeña cosa en su momento. Los hombres y mujeres de vida contemplativa son los más sabios.

-La clausura es una vida de interacción constante, es decir, al no estar de por medio la tecnología sigue habiendo ese contacto que les permite ser personas, ¿no es así?

Creo que es una de las grandes riquezas hoy en día, uno de los grandes lujos el poder estar en contacto con lo auténtico. Uno de los temas de la película es la necesidad de cosas tan sencillas como cuidar la tierra o cuidar las plantas. El saber que hay un fruto al hacer esas cosas, al tener el contacto con la tierra, con las cosas manuales.

Ellos dicen que es necesario estar en contacto con la tierra para tener los pies en el suelo. Cuando vives de una manera muy elevada, o cuando tu corazón y tu alma y todo está puesto en lo intangible, a veces es importante utilizar tus manos para poder seguir con los pies en la tierra y no vivir en una nube. Entonces, ese equilibrio es precioso dentro de la vida contemplativa y yo creo que también lo es en todo. El tiempo es lo que más se aprecia y el realizar cosas con nuestras manos para poder potenciar el resto de las virtudes.

-La felicidad que buscamos es opacada por lo irreal de las redes sociales, en donde la gente no se muestra tal cual es, ¿la vida contemplativa nos puede enseñar que con una vida simple podemos encontrar eso que tanto buscamos?

Esa siempre ha sido la gran pregunta de la humanidad: ¿qué es ser feliz y cuál es la clave de la felicidad? Creo que cada vez más la tecnología nos une para algunas cosas, pero nos separa para otras. El mundo avanza a mayor velocidad y eso impide que nosotros vivamos de verdad.

Hace poco vi un documental sobre los efectos de la tecnología en las personas, cómo se crean adicciones que son tan fuertes como la droga, especialmente en los más jóvenes. No solo que vivimos con un celular entre las manos o la cantidad de horas que vivimos sin filtro y sin criterio. Pero también afecta mucho cómo salir de esa realidad, de la realidad virtual a la realidad personal. A mí me impactó mucho una chica que era tiktoker, con varios millones de seguidores, que no lograba salir de su cuarto porque estaba tan acostumbrada a verse con filtros, que era incapaz de afrontar la realidad de su rostro y su cuerpo.

Es importante cuidarnos y descubrir que las personas tienen defectos. Lo importante es aceptarte tal y como eres.

Y esto es algo que tienen bien asumido los monjes, pues no tienen que preocuparse ni de peinarse, ni de cosas tan superficiales. En cambio, sí le dan mucha importancia al cuidado entre ellos, a la comunidad y también al cuidado interior.

Y ahí está la pregunta: ¿Es esa la clave de la felicidad? ¿Qué te lleva a ser feliz? ¿Cómo llegar a la plenitud? Creo que la mayoría nos dimos cuenta durante la pandemia lo que es prescindible, que podríamos vivir con muchísimo menos y que al final lo más importante está más cerca de lo que nosotros pensamos, aunque vivamos siempre agobiados por querer complacer.

-¿Este documental es un llamado a una sociedad llena de vacíos, que no encuentra el camino al no detenerse a reflexionar?

Es un documental en donde hay personas que le hablan al mundo. No es tanto mostrarte cómo es su mundo, sino más bien qué es lo que ellos deben contar al mundo. Todos tenemos, por el mero hecho de ser personas, mente, cuerpo y alma, los mismos anhelos, los mismos miedos y las mismas preguntas.

La cosa es qué hacer en el momento en que te llegan esas preguntas y esos miedos. No es tanto lo que te pasa, sino cómo afrontas las cosas que te pasan. La diferencia de nosotros con los monjes y monjas de clausura es que ellos viven en clave de eternidad, y si viven en clave de eternidad lo que pasa aquí tiene mucha menos importancia.

Entonces, es una película en la que se tratan temas cotidianos como lo que es trabajar la tierra y en la que se habla de la necesidad de silencio, de los ruidos. Parece que tenemos miedo a estar en silencio. Llegas a tu casa y pones música, o los jóvenes van por la calle y van con los audífonos puestos.

En cuanto tienes un minuto de silencio te molesta y agarras el celular y empiezas a ver las actualizaciones. Es como si el silencio nos diera miedo. Nos da miedo vivir en silencio y el silencio es importante, es vital para poder preguntarte cosas, para poder encontrar soluciones y sobre todo para poder encontrar la paz, que es lo que ellos tienen.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 23 de julio de 2023 No. 1463

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