Pablo Alonso, de 21 años, tenía poco de haberse convertido en novicio de los carmelitas con el nombre religioso de Pablo María de la Cruz. Le quedaba poco tiempo de vida y, dicen sus allegados, su visión sobre la muerte no era humana
«Me siento cansado, es verdad, pero confieso que he sido y soy feliz». Este es el WhatsApp que Pablo María de la Cruz envía a su familia y amigos tras pasar una (otra) noche en cuidados paliativos del Hospital Clínico Universitario de Salamanca. Cuando tenía 16 años le diagnosticaron un Sarcoma de Ewing. A los 21 los médicos le han comunicado que su enfermedad ya no es tratable. Le queda poquísimo tiempo de vida y él acaba de cumplir su gran deseo: consagrarse a Dios y, cómo él mismo ha expresado, «vivir en obsequio de Jesucristo».
Seis años de enfermedad
Durante los seis años de enfermedad sintió la llamada de Dios a la vida religiosa. Pero fue el pasado 25 de junio, en la iglesia de El Carmen de Abajo, en Salamanca, cuando realizó su entrada como novicio in articulo mortis. Un sueño cumplido que vivió junto a su hermano y sus padres, Mari Carmen y Ricardo, visiblemente emocionados.
Fray Pablo está viviendo su enfermedad con una alegría asombrosa. «Tengo 57 años, he sido maestro de novicios durante 18 y nunca me he encontrado con algo tan peculiar», cuenta fray Desiderio, su director espiritual. El contacto cercano con Pablo cambia la vida, «me denuncia mi rutina, mi tibieza y mi consagración.
Y me contagia las ganas de ser mejor», asegura en conversación con Alfa y Omega. En las palabras de agradecimiento del nuevo fraile el día que pronunció los votos, una frase demoledora: «Lo que quería comunicaros es lo increíblemente bonita que es la muerte en Cristo, que es algo que no da miedo, que es alucinante, y que es un tabú que yo creo que hay que romper». Es que Pablo «se ríe de la muerte», apunta Desiderio, y a nosotros «nos quita el miedo».
Ahora entiendo el sufrimiento de Jesús
Pareciera que para vivir con esa entereza una situación así, uno debiera ser raro, un friki. «Pablo no es nada de eso. Ni es raro ni es excéntrico. No es ningún iluminado», reivindica su director espiritual. De hecho, el joven tiene muchísimos amigos, algo que se pudo comprobar en la ceremonia de los votos. «Están viniendo muchísimos jóvenes, muchos amigos de Pablo, a la parroquia que antes no venían». Y fray Pablo ya ha dicho que mientras le quede un hilo de voz seguirá hablando con ellos por teléfono o como pueda. «Tampoco es un masoquista», sino que está siendo capaz de ver más allá del sufrimiento: «Ahora entiendo mejor lo que sufrió Jesús por nosotros», dice.
Morir en su celda de oración
El sentido del humor tampoco le falta. Estos días el joven fraile ha estado escuchando la canción La fiesta, del puertorriqueño Pedro Capó, y comentaba con su madre que, como dice la canción, «si me voy a morir, me merezco una fiesta». Y, dicho y hecho, ha preparado su funeral. «Constará de tres partes: una Eucaristía, una adoración del Santísimo y una oración de alabanza», y ha pedido que sus amigos brinden por él. «Hasta ha hecho una playlist». «Fray Pablo quiere morir en su celda», explican personas cercanas a la familia.
Parte a la casa del Padre
El 15 de julio por la mañana, previo al cierre de edición, falleció el hermano Pablo María de la Cruz. Según informaron sus allegados, en su última noche le acompañaron espiritualmente, con una vigilia de adoración, jóvenes de distintos movimientos. Sus padres, Juan y Noemí, salieron a saludarles.
La muerte se produjo en el convento carmelita de San Andrés de Salamanca y antes quiso despedirse de cuantas personas próximas le permitieron sus fuerzas. Dio “fe y paz a todos hasta el final”, contaron sus próximos.
Nota: Este artículo fue publicado en Alfa & Omega (España) el 13 de junio de 2023. Se publica con el permiso de los editores.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 23 de julio de 2023 No. 1463