Por Sergio Ibarra
A Querétaro llegan a vivir aproximadamente cien personas al día. El terremoto de 1985 detonó la inversión de un fenómeno que la Ciudad de México padeció durante las décadas previas: la migración nacional. Dos o tres generaciones entre 1950 y 1985 migraron hacia la capital mexicana. Eran tiempos de familias con más de cinco hijos. A partir de aquel momento, miles de familias capitalinas migraron a otras partes del país, siendo Querétaro uno de los destinos preferidos.
Crecimiento exponencial
En 1980 la población del estado era de 739 mil habitantes, en 2020, según el censo, había 2,368,467 habitantes. El crecimiento en cincuenta años fue de 220% con una tasa del 2.4% anual promedio. En tanto, la población a nivel nacional creció un 84% a una tasa del 1.3%, lo que significa que la población queretana creció anualmente un 84% más que el promedio de la nación.
La zona metropolitana de Querétaro tuvo el crecimiento más alto entre las capitales de los estados del 2010 al 2020 con un 40%. La explicación de estos crecimientos superiores a la nacional es la migración. La tasa de migración en 2015 era de 43 migrantes por cada mil habitantes, para 2020 subió a 57 migrantes por cada mil, lo que significa un incremento en el ritmo de migrantes en ese periodo de un 32%.
¿Qué implicaciones tiene este crecimiento demográfico?
La primera es el desafío de mantener la calidad de vida que propició este crecimiento. Para ello, es imprescindible una inversión permanente en infraestructura en el suministro de agua, energía, calles, hospitales, instalaciones deportivas, jardines, escuelas en todos los niveles educativos, transporte público, patrullas y mantener el nivel de generación de empleo. El riesgo de rezagos es latente si la ciudadanía y el gobierno no actúan en forma conjunta. A todo lo anterior habría que sumar la disponibilidad y suficiencia de los suministros de alimentos y medicamentos.
Hacer comunidad, en paz
La segunda es la convivencia social. Mantener una cultura de progreso ha sido un tremendo logro de la sociedad queretana en las últimas tres décadas. Sin embargo, existen situaciones subyacentes en este incremento continuo de la población que tienen que ver con la complejidad de las relaciones que se derivan de ello, las relaciones entre extraños se están generalizando y la intolerancia en el convivir diario.
La tercera es la seguridad. El crecimiento de la población urbana es un detonante de conflictos y de delitos. Tenemos el desafío de continuar manteniendo la tranquilidad que nos permite ir y venir a nuestras ocupaciones en paz, sin la angustia que existe en otras partes de la nación.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 9 de julio de 2023 No. 1461