Por Sergio Ibarra

A las 0:25 de la madrugada del miércoles 25 de octubre el huracán OTIS tocó tierra en toda la zona del puerto de Acapulco. Las noticias al amanecer sorprendieron: la costa de Guerrero había sido arrasada con vientos máximos sostenidos de 250 – 270 kilómetros por hora durante cuatro horas aproximadamente. Para tener una idea, estas velocidades se encuentran en el rango de las alcanzadas en promedio por los autos de la formula UNO. ¿Si imagina ser atropellado por un auto a esa velocidad?

La angustia vivida por quienes sobrevivieron, simplemente es incomensurable. Nadie advirtió lo que se avecinaba. Hay evidencias de que estaciones especializadas norteamercianas avisaron alrededor del medio día del 24 de Octubre. El testimonio mayor es que NO se suspendieron vuelos. Hubo personas que llegaron a las 19:00 por avión. Nadie les aviso lo que iba a pasar, ni en el hotel, tampoco en el evento que fueron de Geología.

La población afectada del Estado de Guerrero fue del 70% en 47 municipios, según la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, una cifra que rebasa los 2 millones 400 mil habitantes o sea una población superior a todo el Estado de Querétaro.

En la zona turística de Acapulco existen poco más de 250 hoteles con 20,000 habitaciones de todas las categorías que emplean aproximadamente a 45,000 personas de este municipio, según SECTUR. De acuerdo con INEGI hay 313 mil empleos formales en la zona y habría que sumar otro tanto o quizas mas de informales, se podrían estimar que unas 650 mil personas perdieron su empleo total o parcialmente. Las estimaciones que se han dado es que el 80% de los hoteles y de las casas habitaciones resultaron afectadas, de ser así, cerca de 2 millones de personas han sido afectadas en sus hogares. El testimonio de un familiar: quedó mi departamento inhabitable. Como ella, cientos abandonaron sus pertenencias para ponerse a salvo en otras ciudades. Quedaron destruidos total o parcialmente restaurantes, comercios y a toda la zona diamante, que en automático perdieron su valor.

El número de personas que perdieron la vida es muy probable que sea superior al reoconocido por la autoridad de mas o menos 100, incluyendo desaparecidos. Nada mas con los pescadores de toda la zona, jóvenes que estaban en las playas, etc. esa cifra va a ser superior.

Un primer significado filosófico del término desastre sería el de la mala fortuna o el infortunio: un golpe del destino, un revés, un cambio brusco e imprevisible especialmente desdichado. Se le relaciona con catástrofe (katastrophé-vuelco) que remite tanto a un giro de los acontecimientos, una vuelta (strophé: un volver, un revolver) que cursa con depresión, esto es, hacia abajo (katá), derribando, sometiendo, poniendo fin. Esto es lo que le ha pasado a este espacio tan querido de nuestra de Patria en el Estado menos competitivo de la nación, con alta pobreza e inseguridad, literalmente, ha ocurrido un desastre que ha ocasionado una catastrofe y puesto fin al Acapulco que conocimos.

Las fuerzas armadas fueron instruccionadas para repartir despensas con la etiqueta del Gobierno de México. Hay que resaltar la velocidad con la que se generaron cajas etiquetadas conteniendo sopas, arroz, consome, puré de tomate, chocolate, atoles, sal, azúcar, aceite, sardinas, etc. Lamentable que el Sr. Presidente dijese que solo las fuerzas armadas y la guardia nacional repartirían ayuda. La sociedad mexicana ha mostrado ser superior a sus gobernantes en desastres como éste.

No son tiempos de ponernos a ver si los fifis o los conservadores. Ni de oportunismos estériles. No puede dejarse de cuestionar: ¿Porqué un personaje tan protagónico desapareció de la escena? ¿Porqué la guardia nacional y las policías no intervinieron para evitar saqueos? ¿Porqué lo primero que anunció fue hacer un censo presentando credencial del INE y CURP como si en 1985 el Presidente De La Madrid hubiese dicho vamos a hacer un censo ante el desastre? ¿Cómo es posible que en un país propenso a fuertes fenómenos naturales no tengamos una planeación eficiente y recursos para hacer frente a posibles desastres?

La situación no se va arreglar ni en uno, ni en dos meses, ni para las elecciones del 2024, esto va tardar años. Reconstruir y reestablecer el flujo logístico, la seguridad y sobre todo, el turismo, va a tomar tiempo. Acapulco 25.10.23 es un desafío a la solidaridad de toda la nación.

 


 

Por favor, síguenos y comparte: