Nadie puede objetar el éxito comunicativo que ha venido a ser el Papa Francisco desde su elección el 13 de marzo de 2013, cuando se asomó a la “logia” de San Pedro y pidió la bendición del pueblo para su obispo. No me interesa resaltar su condición de “estrella” de los medios de comunicación; me interesa resaltar –como ejercicio de comprensión y de pedagogía de la difusión de la fe—cómo se compone el “Manual de Estilo” del Papa Francisco.

Por Jaime Septién

A) Cinco temas-guía en el fondo comunicativo del Papa Francisco

1.  Pensamiento “incompleto”.

Las frases del Papa, por ejemplo, en sus homilías de Santa Marta, muestran un método de dirigirse al otro incorporándolo en el discurso.  Decía el padre Spadaro –también jesuita—que el Papa aborrece el “pensamiento único”.  En otras palabras, el autoritarismo del “no, porque lo digo yo”; el autoritarismo de la razón sin contexto.  El propio Spadaro, quien realizó aquella mítica primera entrevista del Papa en agosto de 2013, advierte que el pensamiento del Papa “está abierto hacia el horizonte, poniendo en el centro a Cristo”.  Su forma de comunicar los grandes temas de la fe en Cristo o los temas-frontera que le interesan al hombre de hoy, nunca es cerrada, “porque solo así la Iglesia está en grado de expresarse” (Spadaro).

2. Decir lo que todos anhelan.

La respuesta “hecha” no es la respuesta que tiene en su repertorio el Papa Francisco.  Esa respuesta que no sale del corazón, sino del cálculo, no va con él.  Su asunto, primordialmente, es acoger no juzgar.  Para ello acude al lenguaje de la calle.  Sus modismos argentinos (“primerear”, por ejemplo) lejos de alejarlo, lo acercan al corazón de la gente que nada tiene que ver con Iberoamérica.  Un taxista de Roma me dijo: “yo no voy a Misa, porque no le entiendo a los curas; pero a este Papa sí le entiendo: habla a mi familia; con él me siento a gusto”.  De eso se trata: de que la gente vuelva a su “hogar”, a la Iglesia.

3.  Reconocer a Dios donde Dios se encuentre.

Una de las formas de la insensatez es el clericalismo.  El Papa lo ha denunciado con precisión y persistencia.  ¿Qué es el clericalismo?  Permanecer en las formas de la Iglesia; no ir al fondo del otro, en especial, al fondo del sufrimiento del otro. Sí, mucho dolor por el dolor de Cristo.  Pero se vuelve un dolor “metafísico”.  François Mauriac –el Premio Nobel francés—escribió que “no hay nada peor que el odio salvo el amor abstracto”.  Amar en Cristo es hacer concreto el testimonio de aquello que esperamos.  Y ese testimonio no pasa nada más por la sacristía.  Se trata de ir a las “periferias existenciales”.  No son las “ciudades perdidas” del extrarradio de una capital, son los lugares donde la gente sufre, donde pide, a gritos, el encuentro con la Verdad.

4.  Utilizar la comunicación con medios pobres.

La esposa de Léon Bloy, Jeanne, en el prólogo de En tinieblas, el último de los textos de este católico ultramontano francés, le pregunta a su marido, ya en el lecho de muerte, cuál es la intención de este libro.  La respuesta de Bloy la podría firmar el Papa Francisco: “Desearía mostrar cómo, antiguamente, todo cuanto era grande se hacía con medios minúsculos, mientras que lo que hacen hoy los hombres es siempre minúsculo, aunque lo hagan con grandes medios”.  El argumento es irrebatible, incluso en la era de los grandes medios como Internet o las redes sociales. Fabrice Hdjadj piensa que las cuatro pobrezas del comunicador cristiano son: la pobreza en la defensa (no soy “yo” el que habla, es Él a quien proclamo); la pobreza de equipamiento (volver a lo esencial del mensaje, obviando la densidad del medio); pobreza del mensaje (en el sentido de la economía de las palabras) y pobreza del camino (no ser “dueño de la verdad”, sino compartir la alegría del viaje).  El Papa Francisco se siente muy bien en twitter: solamente tiene 140 caracteres…

5. Hacer sencillo lo complejo y hacer simpático lo bueno.

Creo que todo el mundo conoce aquella oración que decía: “Dios mío te pido que a los malos los hagas buenos y a los buenos más simpáticos”.  No la inventó el Papa Francisco, pero qué bien que la reproduce.

Monseñor Ignacio Munilla, obispo español, resume el estilo comunicativo de Francisco: “profundo y sencillo”.  Es el ideal al que quisiéramos siempre llegar.

Los que estudiamos con jesuitas (como un servidor) lo sabemos: tres ideas, fáciles de comunicar, fáciles de entender y fáciles de llevar a cabo.  Plena fidelidad a la tradición y libertad para discernir sobre los asuntos que plantea la modernidad.

B)  Cinco pistas de aterrizaje

  1. Frente a las manipulaciones y las distorsiones de la prensa secular, de los grupos antagónicos y de los “demonios en el jardín”, estrategia (machacona) sobre lo esencial: que Dios nos ama y no se cansa de perdonarnos.

2.Gestos, que son signos, que son palabras.  Primero es el gesto, después el signo concreto y después, al último, la palabra.

Es la manera de convencer a “un mundo que ya no exige maestros sino testigos” (Beato Paulo VI).

  1. Ruptura con las formas sin traicionar el fondo.  Las mediaciones técnicas al servicio de la explicación y la difusión del Evangelio.  La homilía de las 8 am en Santa Marta está en América cuando América se levanta.  Es como un párroco del mundo.
  2. Ejercer el liderazgo no por “decreto”, sino por conjunción de las cuatro características de San Ignacio que descubre Chris Lowney (El liderazgo al estilo de los jesuitas): el conocimiento de sí mismo, el ingenio, el amor y el heroísmo.
  3. Frases cortas, contundentes, en el más puro estilo del twitter:
  • Vivimos la cultura del descarte
  • La enfermedad de la Iglesia es la de ser autorreferencial
  • Ah!, ¡cómo me gustaría una Iglesia pobre, para los pobres!
  • Una Iglesia que no sale, a la corta o a la larga, se estanca
  • ¿Quién soy yo para juzgar a un homosexual que busca honestamente al Señor?

C) ¿Cómo es el método comunicativo para evangelizar frente a la indiferencia?

El Papa Francisco no propone algo así como un “método canónico” para evangelizar los lenguajes de los medios de comunicación o para insertarse en el continente digital.  Tampoco para fomentar la “cultura del encuentro” y hacer frente a la subcultura del descarte.

Pero se puede descubrir en Francisco una característica fundamental de la difusión del Evangelio en el “cambio de época” al que hacía alusión el documento final de la V CELAM en Aparecida (Brasil, mayo de 2007): hacer de la comunicación una cercanía.  ¿Y eso?  ¿Qué quiere decir o qué le puede decir al común de los mortales?

El 8 de abril de 2006, en una conferencia pronunciada en Buenos Aires, durante la cena mensual de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA), el cardenal Jorge Mario Bergoglio perfiló –quizá proféticamente—lo que iba a marcar los primeros años de su pontificado en la forma de comunicar la Buena Nueva en un contexto marcado –como él mismo lo diría en Lampedusa—por “la globalización de la indiferencia”.

Un solo párrafo: El desafío es “hacerse prójimo para que –a través de esa comunicación de cercanía—se implante la verdad, la bondad y la belleza, que trascienden la cultura y la espectacularidad y que, mansamente, siembran humanidad en los corazones”.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 30 de julio de 2023 No. 1464

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