El padre Conrado Zepeda, actual director del Servicio Jesuita a Refugiados, trabaja desde el 2015 con migrantes en tránsito y desplazamiento interno en México. Desde esta trinchera, que busca acompañar, servir y defender la causa de las personas refugiadas y desplazadas forzadamente, nos da cuenta de uno de los riesgos que corren al intentar cruzar el país para llegar a los Estados Unidos: el riesgo de desaparecer.
Por Rubicela Muñiz
–Usted lleva tiempo involucrado en la problemática de la migración, pero ahora que tiene la dirección del Servicio Jesuita a Refugiados, ¿cómo ha resultado esta labor?
Lo que he ido conociendo es que esto se va complicando y cada año hay récords. Aunque es una migración indocumentada están creciendo las solicitudes de asilo, las detenciones en la frontera norte y los informes de detenciones aquí en México. Esto habla de una situación compleja, en crecimiento y de situaciones de origen graves: violencia, hambre, cambio climático. Muchos factores confluyen para que las personas tengan que salir de sus países.
–Al ingresar a nuestro país e intentar llegar a la frontera norte los migrantes corren el riesgo de desaparecer, ¿cómo se han encargado ustedes de atender esta situación?
Desde hace 15 años el Servicio Jesuita a Migrantes generó un proceso ante las solicitudes de familiares que querían un acompañamiento muy específico porque había desaparecido el esposo, la hija, el hijo, los amigos, los familiares. Entonces, el informe que presentó el Servicio Jesuita el año pasado habla de que el 75 por ciento de estas personas desaparecidas realmente han estado por semanas dentro de las estaciones migratorias, tanto temporales como permanentes, aquí en México. Y que no hay un registro electrónico de ellos en donde puede uno verificar si se encuentran ahí o no. Posteriormente les roban el teléfono, no se los dejan usar y quedan incomunicados.
–¿Hay casos en donde no se encuentra a las personas?
Hay un 25 por ciento de ellas, sobre todo migrantes, que se reportan desaparecidos, en frontera sur y frontera norte, vinculados al tráfico de personas y también a esta creciente desaparición de mexicanos.
También hay un porcentaje de personas migrantes que están dentro de esta red del crimen organizado y de violencia. Por lo general el último contacto es la zona de Matamoros, Piedras Negras, Tamaulipas. Y como segundo lugar el desierto en Sonora y la zona de Ciudad Juárez en donde también se internan en el desierto.
–¿Las desapariciones tienen que ver con el crimen organizado?
Sí hay un tema de desaparición y presumiblemente sea por el crimen organizado, pero también por algunas condicionantes como la temperatura del verano que a veces alcanza los 50 grados; se deshidratan, o los pica una víbora, o los dejan abandonados en el camino. Entonces hay esta vulnerabilidad en los flujos migratorios y hay que saber decirlo: esta desaparición donde son cooptados por el crimen organizado.
–Usted visita ambas fronteras, sur y norte, ¿qué tan distintos son los panoramas?
No es totalmente distinto, hay rasgos similares como las precariedades, las vulnerabilidades, crecen más los flujos migratorios. Nada más para que te des una idea se reportaron, para el 2022, 2.7 millones de encuentros en frontera norte, 118 mil solicitudes de refugio, más de 500 mil detenciones en México. Entonces nos habla de un fenómeno inmenso. Cada vez hay más personas en vulnerabilidad, de calle y más expuestos a la delincuencia común, son un motín para las extorsiones, para robar. Eso es común en todas las fronteras y la ruta migratoria.
–Pero ¿sí tiene cada frontera un rasgo distintivo, no es así?
Sí, en la frontera sur las personas se notan con mayor esperanza porque todavía no se han topado con bandas delictivas en el camino. Tienen la noción de que las distancias son más cortas. No se dimensiona qué tanto se tiene que avanzar para llegar a la frontera norte. Y al entrevistarlos a las personas que están en Ciudad Juárez, pues sí notas que hay más enfermedades mentales, más depresión, más ansiedad. Han sido extorsionados, tienen miedo de poder verbalizar aquello que les causó tanto problema.
Hay un flujo de personas violentadas sexualmente, tanto hombres como mujeres. Las necesidades son muy distintas en ambas fronteras, y sí hay otro tipo de necesidades en la frontera norte donde no solo hay una frontera física sino también burocrática, económica, donde la persona no puede acceder y hay más problemas físicos, emocionales y psicológicos. También las adversidades del clima extremo y la mayor presencia del crimen organizado en esta frontera.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 20 de agosto de 2023 No. 1467