Como Obispo y pastor de Cuernavaca, quiero hacer un llamado de esperanza, consciente de los tiempos desafiantes que vivimos. En estos momentos cruciales, nos unimos a la voz de quienes claman por una educación de calidad en México.

La intención del actual gobierno por implementar la Nueva Escuela Mexicana ha provocado una serie de reacciones en los distintos sectores de la sociedad, principalmente con los padres de familia, originada por los nuevos libros de texto, programas y planes de estudio del nuevo modelo educativo, lo cual ha detonado una problemática social que ha agudizado una emergencia educativa en el país.

Estos materiales deberían impulsar el desarrollo integral de nuestros estudiantes, al margen de cualquier instrumentación ideológica o política. La educación es un derecho humano, y no debe ser utilizada como instrumento de manipulación, de colonización ideológica.

Los principales problemas que presentan los nuevos libros de texto gratuito son:

  1. Se violó la constitución por no seguir el proceso que dicta el artículo tercero que señala, que el Ejecutivo Federal, para determinar los principios rectores y los objetivos de la educación inicial, «debe considerar la opinión de los gobiernos de las entidades federativas y de diversos actores sociales involucrados en la educación», tales como los padres de familia, asociaciones de maestros y expertos en los distintos temas.
  2. De acuerdo a los primeros análisis de distintos especialistas no se cumple plenamente el criterio de orientar la educación en base a «los resultados del progreso científico» y no en fanatismos y prejuicios, fruto de ideologías ajenas al ámbito educativo.
  3. No se tomó en cuenta a los distintos actores de la educación, comenzando por los padres de familia, tal como expresa la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU: «Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos».
  4. Los contenidos de los Libros de Texto Gratuitos no se han construido a partir de criterios pedagógicos y didácticos, que garanticen el buen aprendizaje de nuestra infancia y juventud, con enseñanzas acorde a su edad y madurez.

Invitamos a las distintas partes involucradas en la educación, el Estado en todos su niveles de gobierno, las organizaciones magisteriales, las instituciones educativas y la sociedad civil organizada a crear las condiciones propicias de diálogo y respeto mutuo para alcanzar el bien superior de la educación.

Ante esta realidad que nos interpela sobre estos contenidos de evidente adoctrinamiento e ideologización en los nuevos libros de texto, resulta inevitable defender el derecho de toda familia: educar a sus hijos y esperar que la escuela sea un centro de formación en diversas disciplinas a fin de que, entre ambas instituciones, familia y escuela, logren generar personas de bien, con objetivos en la vida que construyan la sociedad que todos deseamos, pacífica y solidaria.

Caminemos juntos y por eso alentamos a todas las asociaciones de padres de familia para defender la educación de sus hijos y nos sumamos a las buenas intenciones, tal como se han organizado en diferentes diócesis con mis hermanos obispos.

¡Animo!

Mons. Ramón Castro Castro, obispo de Cuernavaca

 


 

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