Cuando en el Evangelio se nos habla de dar fruto al ciento por uno, sesenta o treinta, a veces nos quedamos perplejos y nos llega la duda o la incertidumbre de cómo dar frutos ante los ojos de Dios. Algunas veces creemos que el mundo moderno nos impide -como en tiempos de Jesús- ser fructíferos, o quizás pensar que podemos agradar a nuestro Padre Celestial. Es por lo que en este número del El Observador de la Actualidad hablaremos de tres formas en las que podemos dar fruto sin saber que estamos frente a grandes exigencias, o quizás que tenemos que hacer tareas titánicas.

Por Mary Velázquez Dorantes

1) HACER LAS COSAS BIEN HECHAS

La vida cotidiana en su devenir a veces es muy simple. No tenemos que hacer un maratón de actividades o creer que tenemos que pertenecer a un sistema de voluntariado mundial para rendir como nos dicta el Evangelio. Simplemente podemos empezar desde casa, haciendo lo que nos toca con agrado, con interés, con servicio y con voluntad: regar las plantas, sacar la basura, asear la cocina o los baños, doblar nuestra ropa. Son tareas sencillas, sin embargo, cuentan mucho al momento de rendir fruto porque significa que ayudamos a los demás en sus tareas y obligaciones, nos hacemos participes de la vida en el hogar, nos ponemos al servicio de nuestros padres y hermanos, pero sobretodo nos recuerda que somos útiles. Al hacer estas actividades tenemos que hacerlas bien hechas, que nuestro esfuerzo se vea en el resultado y que los demás sientan que cuentan con nosotros para determinadas tareas.

2)  DEJAR LA PEREZA A UN LADO

El alma puede enfermar si nos abandonamos a no hacer nada. La pereza es un abandono del sin sentido de la vida. Actualmente perdemos mucho tiempo en redes sociales, y no es que éstas sean malas, pero resultan un atractivo de descuido para sumergirnos en ideas que nos pueden enfermar. Así que cuando tengas tiempo libre busca en qué ser productivo. Podemos, incluso, serlo en el mundo digital. Podemos aprender algo. Podemos ser nosotros mismos quienes enseñemos algo a los demás. Busca un tiempo de ocio pero no te inundes de este, dado que un espíritu perezoso desmotiva al ser humano y a quienes nos rodean. Cultiva tu cuerpo, tu mente y tu corazón de acciones positivas. No desdeñes el tiempo porque puede hacernos caer en tentaciones y ser como esos granos que cayeron en tierra fértil pero se los llevaron las aves.

3)  EVITAR CRITICAR AL OTRO

Son tiempos de mucha “terribilidad”, nos quejamos constantemente de todo y de nada, mientras que la queja siempre va acompañada de la crítica, una crítica destructiva al otro por lo que hace o deja de hacer. Si queremos abonar en la tierra de los frutos, nos tenemos que olvidar de señalar los defectos de los demás.. Devorarnos en palabras o comentarios hirientes hace que la cultura de lo terrible cobre fuerza. Probablemente seamos la semilla que llegó a buena tierra pero los espinos de la crítica, de lo negativo, de la envidia, no dejan que florezcamos y nos ahogamos aun si tenemos abono bueno. La crítica lo único que hace es crearnos una coraza que nos impide vernos sanamente, con una actitud positiva frente a la vida.

Dar fruto es una tarea diaria. No podemos dejar la semilla olvidada. En actividades pequeñas, aquellas que parecen no contar, ese espíritu del hombre actual se fortalece. Por lo tanto, da tu cien, sesenta o treinta.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 6 de julio de 2023 No. 1465

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