Cada 16 de septiembre el país conmemora un hecho histórico que ocurrió hace más de 200 años. Este pequeño recuento da idea de lo que fueron aquellos once años, desde que el cura de Dolores, don Miguel Hidalgo y Costilla, llamó al pueblo a levantarse en contra de los “gachupines”, la madrugada del 15 al 16 de septiembre de 1810, hasta que el 27 de septiembre de 1821 se firmó el acta de Independencia de México.

El Observador / Redacción

Esta etapa de la historia se trató de un largo proceso político y social con el que México se libró del dominio español, el cual controló los territorios de la corona en América, desde lo que hoy es California, Estados Unidos, hasta el actual territorio de Costa Rica, en Centroamérica, por 300 años, luego de la caída de Tenochtitlan en 1521.

La guerra de independencia comenzó con el llamado del cura Miguel Hidalgo en la parroquia de Dolores, en lo que hoy es el municipio de Dolores Hidalgo, en Guanajuato. El clérigo convocó al pueblo a levantarse en armas contra las autoridades locales durante la madrugada del 15 al 16 de septiembre de 1810.

Por mucho tiempo se sostuvo que el aniversario del inicio de la Independencia era el día 15. Esto, porque, según diversos historiadores, el expresidente Porfirio Díaz adelantó las celebraciones para que coincidieran con la fecha de su cumpleaños, el 15 de septiembre.

Entre la independencia de las 13 colonias; territorios al norte del continente americano tomados por la Corona Británica que dieron paso a lo que hoy es Estados Unidos, así como las reformas de la familia Borbón en España y la invasión de Napoleón Bonaparte a la península Ibérica, los criollos en la Nueva España se motivaron para conseguir su libertad.

Los levantamientos armados de 1810 no fueron los primeros, pues a lo largo del periodo colonial, que abarca tres siglos, varios hijos de españoles nacidos en México, conocidos como criollos, se manifestaron en contra de la administración ejercida por el virreinato.

El primero en levantar la mano para conseguir la independencia de la Nueva España fue Martín Cortés, hijo de Hernán Cortés, quien en los años iniciales del México virreinal se inconformó con la administración española que vulneraba a los criollos y los relegaba a tareas secundarias, dejando el completo control para los españoles peninsulares, es decir, los nacidos en España.

Y como él, varios personajes intentaron conseguir la emancipación nacional, como el mismo Hidalgo, Ignacio Allende y Josefa Ortiz, quienes eran criollos. No fue hasta 1820 -diez años después del comienzo de la guerra- que la posibilidad de independencia comenzó a ser un tema aceptado por diversos grupos sociales, pues hasta entonces los aristócratas y acomodados estaban en contra.

En 1821 Agustín de Iturbide estaba convencido de que la nueva España debía conseguir su libertad. Así, cabildeó con diversos grupos militares insurgentes para lograr unificar al Ejército Trigarante, el cual se forjó bajo tres principios: Religión, Independencia y Unión.

Tras la promulgación del Plan de Iguala o de la Tres Garantías, y con la firma del Tratado de Córdoba entre el representante de la corona española, Juan O’Donojú e Iturbide el 24 de agosto, el Ejército Trigarante entró triunfal a la Ciudad de México el 27 de septiembre de 1821.

El acta de Independencia del Imperio Mexicano se firmó el 28 de septiembre, con la que Agustín de Iturbide se convirtió en el Primer Emperador y primer gobernante del México independiente.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 10 de septiembre de 2023 No. 1470

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