Por Sergio L. Ibarra
En 1799 Manuel Abad y Queipo, Obispo de Morelia, dirigió una carta al monarca donde denunció que, en la Nueva España: sólo hay ricos y pobres, nobles y miserables; que los españoles son apenas un décimo de la población, pero poseen casi todas las propiedades y riquezas; que los indios, mestizos y las castas son criados, sirvientes o jornaleros; las castas son despreciadas por ser descendientes de esclavos africanos y la injusticia en el reparto de la riqueza y en el desempeño de oficios provoca un enorme odio social. Este es el contexto que le tocó vivir al Cura Hidalgo.
Los primeros años
Nacido en 1753 en San Diego Corralejo, Guanajuato en una acomodada familia criolla, estudió en el Colegio San Nicolás donde se graduó en 1773 como bachiller en filosofía y teología y obtuvo una cátedra. En 1790 fue nombrado rector. Hablaba seis lenguas: español, francés, italiano, tarasco, otomí y náhuatl. Se movió entre amigos y ambientes que debatían las ideas políticas de vanguardia, en particular las francesas, llegó a ser denunciado a la Inquisición por expresar conceptos incompatibles con la religión.
Hay un hecho que modificaría su vida. A la muerte de su hermano Joaquín en 1803, lo sustituyó como cura de Dolores. Emprendió tareas con los indígenas para ampliar el cultivo de viñas, la cría de gusanos de seda, la apicultura, el uso de hornos de ladrillos y una fábrica de loza y otros talleres artesanos. Esto le valió que la población le tuviese como un líder.
Cambio de vías
En 1808 con la invasión a España por las tropas napoleónicas y el encarcelamiento de Fernando VII, surgen grupos que discutían la soberanía y formas de gobierno. Miguel Domínguez, el corregidor de Querétaro, promovió la formación de un Congreso Americano y era partidario de una gobernación autónoma. En 1810 se reunieron con la idea de derrocar al virrey Francisco Javier Venegas: su esposa Josefa Ortiz de Domínguez, Ignacio Allende, Juan Aldama, Mariano Abasolo y los hermanos González (Epigmenio y Emeterio). Hidalgo llegó invitado por Allende a principios de septiembre de 1810. Planeaban iniciar el primero de octubre, pero descubierto el movimiento fue necesario tomar una decisión.
Quién descubrió la conspiración no lo sabremos nunca, pero lo que es un hecho es que el Cura Hidalgo le dio un giro con el grito de Dolores: ¡Viva la independencia! ¡Viva la América! ¡Muera el mal gobierno! Ya no se trataba de derrocar al Virrey, sino de iniciar la guerra de independencia. Su ejército inicial fueron indígenas y agricultores de Dolores.
La lucha armada
Luego de tomar Celaya, Salamanca y Silao, vino otro hecho que marcaría al Cura Hidalgo. ¿Qué traen las guerras? Destrucción y asesinatos. La toma de Guanajuato estuvo marcada por la violencia. El asalto de la Alhóndiga de Granaditas fue de una violencia extrema y gran parte de los que ahí se refugiaron, fueron asesinados. Este episodio ocasionó que algunos criollos retiraran su apoyo al movimiento.
Las autoridades eclesiásticas acusaron al Cura Hidalgo de embaucador, hereje y enemigo de la propiedad privada, cargos por lo que fue excomulgado. Por otra parte, la aristocracia criolla, temerosa de perder las prebendas latifundistas, rechazó el gobierno provisional de Guadalajara para que aboliese la esclavitud y los tributos con que se gravaba a indios y a mestizos, entre otras cosas.
El Cura Hidalgo continuó cosechando victorias hasta que cometió un error estratégico. Desobedeció la orden de Allende de atacar la Ciudad de México y de ahí vinieron las derrotas. Fue traicionado por Ignacio Elizondo, capturado y fusilado el 30 de julio de 1811. Procreó cinco hijos: Agustina, Mariano Lino, María Josefa, Micaela y Joaquín, a quienes reconoció como tales.
Distintas biografías reconocen su frialdad para ordenar saqueos y matanzas, en más de una ocasión no pudo contener la violencia con que sus tropas arrasaron pobladores, incluidos mujeres y niños. Allende no compartía, como militar, esta indisciplina lo que causó fricciones, hasta su destitución como General, previo a su captura.
Dilemas de un libertador
Se trata de un personaje clave que surge en la escena poco antes del inicio del movimiento, en el que dura con vida diez meses. Quedan cuestionamientos éticos:
- . ¿Traicionó la conspiración ampliando su alcance?
- . ¿La permisividad con sus tropas de cometer saqueos y asesinatos era con la intención de sumar más insurgentes al movimiento?
- . ¿Traicionó al jefe militar, Allende, que sí sabía de la guerra, al no atacar la Ciudad de México?
- . ¿Su lucha por mejorar las condiciones de los indígenas merecía que lo excomulgaran?
- . ¿Por qué Elizondo lo traicionó?
- . ¿De no haber sido por él, seríamos lo que hoy somos?
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 10 de septiembre de 2023 No. 1470