Por P. Fernando Pascual

Entre las ideas que nos ha dejado el filósofo Hans Jonas, una se refiere a la relación entre el poder y la responsabilidad.

Al analizar los cambios radicales en la técnica y el aumento de poder que ofrecía a los seres humanos, Jonas lanzó una llamada de alarma: hay que tomar conciencia de los peligros de la técnica y asumir la propia responsabilidad.

En efecto, cuando se produce un aumento del poder tecnológico, el hombre empieza a poseer mayores energías para transformar lo que encuentra a su alrededor.

Basta con ver cómo cambia el paisaje de un territorio cuando se construyen ciertas industrias, o cómo la tecnología de la guerra lleva a destrucciones y daños inimaginables en el pasado.

Jonas, además, apuntaba a un ulterior peligro: la técnica, conforme otorga más capacidades y poderes, exige más y mejores esfuerzos, hasta el punto de poder “escapar” al control de quienes la produjeron.

No se trata solo de abrir los ojos a la creciente autonomía que pueden adquirir aparatos programados por computadoras, hasta el punto de que algún día lleguen a dominarnos.

Basta con recordar cómo un cambio, como el de la producción del plástico, aumentó las posibilidades del mercado, los deseos de los consumidores, la maquinaria industrial, para luego dejar una secuela de residuos y de basura difícilmente gestionable.

Cada vez que los inventores, los ingenieros y todos aquellos que pueden introducir novedades técnicas descubren una idea de aparatos poderosos, deberían tomar conciencia de las consecuencias a corto y a largo plazo que esos aparatos dejarán en las personas de hoy y de mañana, en el ambiente en el que vivimos, e incluso en las demás especies del planeta.

El mensaje de Hans Jonas y su invitación a unir responsabilidad y poder conservan hoy toda su actualidad, y nos lanzan a tomar conciencia frente a tantas opciones tecnológicas.

Lo que hoy hagamos o dejemos de hacer tiene sus consecuencias. Vale la pena tenerlo presente, no solo respecto a la vida presente, que parece amenazada por tecnologías peligrosas, sino también respecto de la vida futura, cuando Dios nos preguntará si pensamos en nuestros contemporáneos y en las generaciones futuras antes de emprender una nueva aventura tecnológica…

 

Imagen de Khusen Rustamov en Pixabay


 

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