Tomado del Almanaque de Historia de México (De JSC)
El 22 de diciembre de 1815, en una cárcel improvisada de San Cristóbal Ecatepec, fue fusilado José María Morelos y Pavón, por orden del Virrey Calleja y por mandato de la Inquisición.
Ese día, poco después de la una de la tarde, le fue servido un frugal almuerzo a base de garbanzos. La degustó con parsimonia. Después fue visitado por el coronel Manuel de la Concha quien le avisó de su muerte. Pidió un puro, lo fumó y después hizo confesión general con el párroco de San Cristóbal. Al ser llamado al paredón, Morelos tomó un crucifijo y exclamó: “Señor, si he obrado bien Tú lo sabes, y si mal, me acojo a tu infinita misericordia”.
Al llegar al lugar donde iba a ser fusilado, un soldado se acercó a vendarle los ojos, pero él mismo sacó su eterno pañuelo rojo y se los vendó. Preguntó sobre el lugar donde debía hincarse. La descarga de la fusilería sonó dos veces. Eran las tres de la tarde de aquél día. Un mes y nueve días antes, le había escrito a su hijo Juan: “Morir es nada cuando por la Patria se muere, yo he cumplido, como debo, con mi conciencia y como americano”.
El Acta de Defunción, levantada en el lugar, dice: “El Presbítero D. José María Morelos y Pavón era un hombre de cuarenta y ocho años; vestía de negro, con pantalón corto y medias de seda y zapatos de hebilla de plata”. También dice dónde fue sepultado y, por último, da cuenta de sus pertenencias:
- Un breviario romano.
- Un pequeño diccionario francés y español del año de 98, con firma del finado Cura D. Miguel Hidalgo.
- Un librito de oraciones con el nombre de Doña Juana Pavón.
- Una bolsa de cuero con útiles para sacar lumbre y fumar, con su nombre.
- Un paño de sol grande, bordado de seda.
- Un sombrero, copa alta. Una capa de paño de grana…
Todo quedó archivado en el Juzgado.
FUENTE: Fernando Ramírez Aguilar. Morelos frente al patíbulo. Instituto Michoacano de Cultura.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 10 de septiembre de 2023 No. 1470