Marina Payáns, es una dominicana de pura cepa, como ella misma se describe. Es presidenta en República Dominicana de una comunidad de los amigonianos, también está en el desarrollo de una fundación, donde se pueda poner en práctica lo que es la pedagogía amigoniana.
Por Valeria Vázquez
Marina trabaja dando catequesis y en el servicio del altar en una parroquia que pertenece a los salesianos, pero como ella dice «nuestra congregación se asimila mucho a la de ellos, hay cosas que son muy comunes y nosotros las podemos poner en práctica».
Nos comenta que desarrolla en su apostolado parroquial la pedagogía amigoniana, de hecho estuvo un tiempo dirigiendo la catequesis, y ahora la persona que dirige la catequesis es un colaborador amigoniano.
Ella había escuchado brevemente que existía una escuela para varones en su sector, pero nunca había ido, sin embargo, en el año 2002 comenzó a trabajar en una escuela pública, en ese colegio comenzó a trabajar en un proyecto y ese proyecto fue llevado a ese centro, es escuela para varones que era un colegio amigoniano, allí comenzó a conocer lo que era la pedagogía amigoniana.
A Marina le cambió mucho la vida después de conocer la comunidad de amigonianos, pues siempre ha trabajado con los niños que presentan dificultad de aprendizaje, con niños que son rechazados, con personas que tienen muchas tribulaciones, siempre ha estado al lado de ellos, pero la pedagogía amigoniana le puso nombre a todo lo que ella hacía. Desde el 2006 pertenece a la Congregación.
También nos platicó que la pedagogía amigoniana la vive en su propia vida desde la humildad, la compasión y el amor. Esa pedagogía, nos comenta, le ha apoyado mucho, porque le ha dado la capacidad de entender más las situaciones que se presentan a diario, que pueda entender a los muchachos que tienen una dificultad o una necesidad. «Me ha ayudado a que todo mi trabajo gire en torno al amor, la compasión, la humildad».
Para Marina hay un momento que le ha marcado, nos comenta que había unos muchachos que tenían serios problemas y que nadie quería. Ellos estaban dentro del seminternado que tienen los Salesianos, pero ella trabajo con la pedagogía de los amigonianos. Hoy en día está muy feliz porque se los ha encontrado en la calle, y hay una gran diferencia en ellos para bien. Ellos ya pertenecen a la sociedad. Dice que cada vez que los ve siente la alegría y la satisfacción de poder ver que ellos pudieron cambiar, y que ella tuvo algo que ver con eso.
Por último, Marina nos comenta que la característica más profunda que ella ve en la obra de Fray Luis Amigó, es la humildad. Ya que para ella ser amigoniano te hace ser una persona muy humilde, pues no te hace vivir con lo que tú necesitas, no quieres cosas para guardar, para tener por allí por si un día hace falta, pues entiendes que si aparece una persona que lo necesita, te puedes desprender de eso sin problema, y eso te hace vivir como una persona humilde.
Los Terciarios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolores, también conocidos como «amigonianos», en recuerdo de su fundador, es una Congregación creada por Monseñor José María Amigó y Ferrer (cuyo nombre en la Orden fue fray Luis de Masamagrell).
El objetivo principal de los Terciarios es promover el desarrollo integral del menor, procurando su realización individual y su progresiva readaptación y reinserción en su medio sociofamiliar, ayudándole a adquirir madurez y autonomía.
Los Capuchinos Terciarios desarrollan sus actividades en trece naciones de Europa y América.