Monseñor Bartolomé Buigue Oller, T.C. nos comparte su vocación y llamado especial a servir a Dios a través de los amigonianos (Terciarios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolores). Nació en Valencia, España, pero lleva más de la mitad de su vida en Costa Rica, aunque también ha estado en Bolivia, en Dominicana y en Roma. Actualmente es obispo de la diócesis de Alajuela, en Costa Rica.

Por Valeria Vázquez

¿Cómo conoció a los amigonianos?

− Los conocía a los 11 años en un seminario menor. Ya estaba en sexto grado, no entré por vocación, entré porque era un colegio en la ciudad e iban muchos amigos, pero en el caminar como a los 15 o 16 años me sentí llamado, desde entonces esa ha sido mi ruta, crecer en la vocación amigoniana.

¿Cómo cambió su vida después de pertenecer a los amigonianos?

− Cambió por completo porque tuvo una orientación determinada, yo me determiné por una vocación consagrada sacerdotal, por una misión sobre todo educativa, que es la de nosotros. Es decir, imprimió un rumbo decisivo a mi vida.

¿Cómo vivió la pedagogía amigoniana en la propia vida?

− La pedagogía amigoniana lo primero que nos educa es a nosotros, porque exige un testimonio de vida. No se puede separar la pedagogía de la vida concreta a la persona. Entonces primero me hice un planteamiento vital, y después tratar de ser testimonio y acompañamiento a los jóvenes.

¿Si hubiera un testimonio en la labor amigoniana que quisiera que los demás conocieran cuál sería?

− El centro de todo, la actitud básica, es la misericordia. Saber acogernos como hermanos, caminar en fraternidad, acoger a los jóvenes en la tarea educativa, la reconciliación, buscar la paz como ejemplo franciscano, la hospitalidad. Eso sería lo más decisivo.

El Evangelio nos habla a todos, pero siempre hay un enfoque o característica especial que cada fundador le da a su obra. ¿Qué sería para usted la característica más hermosa, más profunda o cálida o más importante de la acción apostólica de Fray Luis Amigó?

− Fray Luis Amigó fue un apóstol, un evangelizador. Él, como capuchino, era un gran evangelizador, abierto a todas partes y con especial sensibilidad por las personas con más carencias. Por eso desde joven trabajó con los hospitales, que entonces estaban mucho peor, trabajó con los niños de la calle y con los presos también. Por esa labor apostólica del Padre Luis Amigó nacimos nosotros. Él nos envió a comunicar la misericordia de Dios a los presos, que eran las personas más abandonadas de su tiempo. La misericordia es lo que centra toda nuestra acción. Misericordia de Cristo, que nos ha redimido, que nos redime, y misericordia que tenemos que tener nosotros, para también ser mensajeros de la redención de Cristo, de la transformación de la persona.

 

Los Terciarios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolores, también conocidos como «amigonianos», en recuerdo de su fundador, es una Congregación creada por Monseñor José María Amigó y Ferrer (cuyo nombre en la Orden fue fray Luis de Masamagrell).

El objetivo principal de los Terciarios es promover el desarrollo integral del menor, procurando su realización individual y su progresiva readaptación y reinserción en su medio sociofamiliar, ayudándole a adquirir madurez y autonomía.

Los Capuchinos Terciarios desarrollan sus actividades en trece naciones de Europa y América.

amigonianoscg.org

 


 

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