El padre Blaise Mulumoderhwa se encuentra en el Este de la República Democrática del Congo. Es un misionero xaveriano que realizó un apostolado en la cárcel de Bukavu; llegó a México a estudiar y a ordenarse sacerdote, y actualmente es vicario parroquial de la Parroquia Cristo del Mar en la diócesis de Xochimilco. Para el sacerdote Blaise la Iglesia en el Congo es el grupo más grande de la religión católica, un 60% de los habitantes del Congo se confiesan cristianos católicos, y el rol de la Iglesia es muy importante desde dos vertientes: la educativa y la salud. Luego viene el trabajo de la promoción social y, a pesar de este gran rol que hace la Iglesia, existe la persecución.
Existen dos momentos de persecución claves dentro de la Iglesia del Congo: el primero surge en los inicios de la evangelización. La gente fue perseguida únicamente por ser cristianos católicos. Hoy en día, existe otro tipo de persecución en Congo y no es por ser católico, sino por ser profeta, es decir, cuando alguien vive su ser profético desde el bautismo, tanto clérigos como laicos bautizados, son perseguidos. Esto indica un peligro para el gobierno.
Congo es un país muy rico en naturaleza, diamantes, oro, y está riqueza esta entre las manos de unos cuantos, señala Blaise, y la mayoría de la población vive en una pobreza extrema. La única institución que puede llamarle la atención al gobierno, para que haya justicia, para que exista repartición equitativa de los bienes, es la Iglesia. Pero cuando esta promueve la justicia e igualdad, entonces es perseguida. Existen muchos casos de sacerdotes perseguidos, a quienes les piden salir de un lugar, les destruyen sus iglesias, o les inician procesos jurídicos sin fundamento con el objetivo de callar la voz profética.
El caso más reciente fue con el arzobispo de Bukavu, quien fue asesinado en pleno día por haber denunciado la infiltración de un ejército extranjero y la presencia de la ONU para explotar una mina en la parte este del país. Al denunciar este hecho, la consecuencia fue asesinarlo. En la actualidad los casos como este, en la defensa de la promoción de la dignidad humana, cualquier laico o sacerdote es perseguido y, por lo tanto, su vida corre riesgo.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 17 de marzo de 2024 No. 1497