Por Mary Velázquez Dorantes

El Padre Prisciliano Hernández Chávez, de los Operarios del Reino de Cristo, conversó con El Observador sobre su experiencia como colaborador y promotor del semanario.

–¿Cuál considera que ha sido el papel de El Observador en las parroquias?

En cierta manera, en nuestra calidad de guías o pastores comprometidos con la formación y orientación fundamental de los hermanos laicos, el periódico ha sido un instrumento de gran ayuda para estar en parte al día de lo que acontece en nuestro contexto eclesial y el poder mirar los hechos y acontecimientos de nuestra sociedad, en la perspectiva de cultura cristiana y católica.

–¿Cómo ha vivido la experiencia de ser colaborador y al mismo tiempo promotor del medio?

Para mí, el ser colaborador de El Observador en su modo impreso años atrás y ahora con la puesta al día en su edición digital u ‘online’, ha sido siempre una experiencia gozosa y a la vez enriquecedora. He querido contribuir al cultivo del espíritu para lograr en extensión y en intensidad el Reino de Dios en su etapa, diríamos, terrestre; Reino que se identifica con la presencia de Dios entre nosotros, en nosotros y con nosotros; Reino de Cristo cuyo empeño se orienta a lograr la comunión cada vez más plena con el Tú divino y con el tú humano; un reino de la fraternidad cimentado esencialmente en el Amor, porque como dice san Juan, “quien permanece en el amor, permanece en Dios y Dios en él”.

–¿Qué tan necesario considera usted que exista el periodismo católico en esta época que nos ha tocado vivir?

Considero que, si la comunicación impresa en otro tiempo era necesaria, aunque se digitalice El Observador, su tarea es de mayor urgencia bajo este modo. Pululan grandes confusiones en los medios digitalizados e incluso falsedades, errores, aunados al uso de la IA (Inteligencia Artificial), que, si bien constituye un gran logro tecnológico, puede causar graves daños a la persona, a la familia, a la Iglesia y a la sociedad, por las manipulaciones carentes de toda ética. Puede ser también de gran ayuda a quienes son víctimas de la ‘hiperinformación’, un nuevo tipo de esclavitud, que deja vacía el alma de contenidos esenciales para la existencia humana: informados hasta la saciedad y vacíos de la orientación humana y trascendente.

¿Para qué estoy aquí? ¿Cuál es el sentido radical de mi existencia? En una palabra ¿por qué y para qué existo? El medio impreso es todavía y también hoy, el modo que permite reflexionar en profundidad; puede dejar una huella profunda en orden a sumarnos a la gran obra del Creador, a la tarea nunca impostergable de la Evangelización y un modo, si queremos modesto, de contribuir a la Civilización del Amor.

–Ante los desafíos por conseguir nuevos lectores, ¿qué tendríamos que hacer nosotros como medio, para que nuestras parroquias nos den la apertura de llegar a la comunidad?

La vida de toda persona humana está llena de desafíos en todo tiempo y lugar. Hoy vivimos el desafío de los nuevos medios tecnológicos en los cuales y ante los cuales no podemos quedarnos al margen; menos un párroco, o un ministro del Evangelio o un laico, discípulos misioneros. Ciertamente puede fascinarnos, de hecho, nos fascinan; pero hemos de recobrar y reconocer que necesitamos también medios impresos como El Observador que está a nuestro alcance para ahondar en la Verdad de salvación…

Dios puede seguir su Obra sembrando a través de este medio. Se puede hacer un daño o caer en una omisión lamentable. Quiera Dios que muchos hermanos se sumen a esta tarea.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 25 de febrero de 2024 No. 1494

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